De vez en cuando llega a España, desde el otro lado del Atlántico, algún filme hispanoamericano de notable calidad que nos hace recordar hacia qué parte del mundo debe nuestro país extender su interés cinematográfico. Luis Puenzo, director de esta interesante y estimulante película, no goza de la fama y el prestigio del argentino Adolfo Aristarain o del mexicano Arturo Ripstein, pero ha demostrado ya en varias ocasiones su valía como director de cine.

Estamos ante una buena película que, no obstante, a ratos peca de algunos matices de esteticismo y alarga en exceso ciertas escenas.

La puta y la ballena mezcla dos historias de épocas diferentes que narran las vivencias de sendas mujeres que quieren vivir en libertad y que sufren por los ritmos que la vida les impone.

Ambas historias convergen en el personaje de Vera, magníficamente interpretado por Aitana Sánchez-Gijón en el que realiza, con seguridad, el mejor y más arriesgado trabajo de su carrera.

La puesta en escena de Puenzo tiñe el filme de un elegante erotismo y de un aliento nostálgico y romántico que, sin caer en el sentimentalismo, penetra con rotundidad en los sentimientos de los personajes.

Estamos ante un filme de alto contenido metafórico, en el que la historia de una ballena varada viene a reflejar la libertad, rota por las circunstancias, de las dos mujeres que protagonizan la película.