Miguel Adrover habla en plural. "Nuestro último proyecto es el bar de Palma, que es algo fijo, no como nuestros desfiles, que duran 20 minutos". Es una costumbre que el diseñador mallorquín adquirió en los años 90, cuando revolucionó EEUU junto a su equipo con su primera colección de ropa. Durante años, el suyo fue el único nombre español en la semana de la moda de Nueva York. La firma del mallorquín facturaba millones de euros por temporada.

Todo iba sobre ruedas hasta que, de repente, pum, dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. Adrover, que un día antes del 11-S presentó un ropero de inspiración islámica, rompió con su socio, cerró su empresa y volvió a Mallorca. ¿Está todo relacionado? Pues sí y no. La crisis con su socio venía de antes. Sin embargo, los atentados dejaron un ambiente poco favorable a sus creaciones.

Cuando Adrover, de 40 años, llegó a Nueva York, tenía 19. No llevaba apenas dinero y se dedicó a limpiar escaleras.

El modisto tiene ahora un taller y un bar de copas en la Lonja de Palma. No es un local más. Se nota que Adrover ha meditado hasta el más mínimo detalle. Como el nombre, Es Ja§. En mallorquín, el ja§ es la huella que deja el cuerpo de un animal tras reposar sobre la hierba. Un rastro que dura hasta que sopla el viento. Como la moda. "La moda puede ser mucho más que una tendencia. Se hace demasiado caso a la tiranía que obliga a desechar la ropa cada seis meses", dice.