Nuevo disco de Miguel Ríos. Y de sus afluentes. Solo o en compañía de otros , recién publicado, recoge canciones suyas y versiones de que le hubiera gustado componer si no se hubieran adelantado Quique González, Pedro Guerra, Ariel Rot o Sabina. En la plácida madurez de sus 64 años, Ríos reivindica los tiempos del Rock and Ríos y quiere darse su última vuelta al ruedo, en una larga gira por España y Suramérica. "Aún puedo mostrar cierta dignidad y gallardía", dice.

Volver a hacer rock´n´ roll le transporta a sus días iniciáticos. "Hay una imagen que ha estado muy presente en la grabación de este disco. Tuve una pelea con mi mejor amigo el día que vi a Elvis, en 1970. Se pasó el show poniéndolo a parir y acabamos mal, dos granadinos a tortas en Las Vegas. El tenía razón. Aquello era decadente, esos gorilas, esas lentejuelas.... Aprendí que con el dinero que ganara no iba a comprar casas, sino libertad. Y que nunca daría una imagen como la de aquel Elvis terminal".

Afirma que no tiene asignaturas artísticas pendientes. Quizá, su única espina sigue siendo el batacazo de su gira Rock en el ruedo , en 1985. "Los costes se disparon, nos llovió mucho. El País se encargó de desinflar: Miguel Ríos no llena , titularon. Venía de llenar campos de fútbol y ya no llenaba plazas de toros. Entonces me lo tomé muy mal. Tenía una banda brutal, la mejor que haya tenido nunca. Recuerdo un concierto en Barcelona, en el Moll de la Fusta, como el momento álgido de mi carrera. Los medios tuvieron la actitud del que te ha ayudado a subir y luego ponen saña para destronarte. Cogía unos cabreos impresionantes, escribía a los periódicos... Me criticaban porque costaba 800 pelas un concierto de tres bandas, con Luz Casal y Leño. Admitían que Rod Stewart fuera más caro, aunque yo vendiera tres veces más".

Si hubiera francés sería tan venerado como Johnny Hallyday. Si fuera galés, estaría en el trono de Tom Jones. Pero Ríos es español. "De este país no esperes reconocimiento. No está ahí la gloria de una carrera. Está en que tú sepas que has estado a tu altura. ´¡Bien Miguelito, bienvenidos-´, me dicen esas por la calle y me siento pagado. Es a lo máximo a lo que se puede aspirar. Este país es bastante Rinconete y Cortadillo, pero yo no le percibo contra mí. No quiero vivir mejor, no quiero más fama de la que tengo y nunca tuve la debilidad de creérmelo".

ALGO PESIMISTA Sobre el futuro del rock, el estilo al que se abraza con fuerza en su nuevo disco, no parece demasiado optimista. "Logramos lo que queríamos, que todo el mundo tocara. Ahora hay, como en el Renacimiento, gente que trabaja en otra cosa y hace buena música. Soy pesimista en el sentido de la pérdida de influencia, pero eso no es malo ni bueno. Y como todo es pendular, estoy convencido de que volverá".

¿Es eso lo que le dice a su hija, que no desespere, que el rock volverá? "Mi hija tiene una buena banda y ni siquiera me atrevo a darle consejos. Lo único que le he dicho es que vaya donde la quieran oírla. Aquí no hay mucho, pero se va de gira por baretos de Holanda e Inglaterra. Yo oigo la música con menos pasión. Oigo a los Artic Monkeys. Pero la gente que me interesaba, a los que podía robar, están tan vistos que ni los escucho.