Ser feliz es un acto de locura y una irresponsabilidad? ¿O, por el contrario, es un síntoma de salud, inteligencia emocional y sensibilidad A Mike Leigh le interesa la respuesta, pero como él mismo confiesa, la desconoce. "No impongo juicios morales en mis películas, no ofrezco conclusiones ni soluciones a los problemas. Solo hago preguntas, rechazo dar respuestas. El público debe incomodarse, agitar sus conciencias".

Estas dudas existenciales han llevado al indómito director británico a filmar Happy-go-lucky , comedia con la que compite por vez primera en la Berlinale. Los aplausos tras el pase de prensa fueron sonoros. "El mundo no es maravilloso, por eso se debe responder con optimismo a la maldad. La gente debe ser positiva. Tenemos que disfrutar de la vida", comentó Leigh, en alusión a su ensayo sobre la inutilidad del sufrimiento.

Para él, el cine es un retrato sociológico y, en este sentido, se aproxima de manera realista a sus personajes. "No es una película de seres blancos o negros. Los protagonistas tienen dos maneras de afrontar los problemas, o están dominados por el lado oscuro o por el positivo, pero sin unilateralidad".

Sally Hawkins da vida a Poppy, una alegre, alocada y excelente maestra. Comparte piso con amigas en una zona zona de nobles edificios georgianos de Londres. Asiste a clases de flamenco con camperas y pendientes. Ríe y ríe. Tanto que a veces parece que no tenga muchas luces. Pero en las situaciones realmente importantes reacciona con sentido común, valentía y lucidez.