Mike Oldfield coge el teléfono desde las islas Bahamas, donde vive desde hace ocho años creando discos y desentendiéndose de los escenarios. El nuevo responde por Return to Ommadawn y es un regreso al imaginario de su tercer álbum, Ommadawn, publicado en 1975.

-Las Bahamas, ¿son un buen lugar para un músico?

-Sí, lo son. Tienen un buen clima y la gente no me conoce mucho y me deja tranquilo.

-¿Más que en Ibiza, donde vivió un tiempo en los 90?

-No crea, en España la gente no me molestaba, es en el Reino Unido donde tuve problemas. Aquí lo que es estupendo es el clima, ni siquiera en invierno hace frío. Es agradable.

-Tienen nuevo disco, ‘Return to Ommadawn’, y...

-Oh, ¿puede decirme en qué lugar de la lista de ventas está en España?

-Pues no sabría decirle, la verdad. ¿Ve este disco como un trabajo comercial?

-¿Quiere decir si espero que la gente lo escuche? ¡Por supuesto! Se lo preguntaba por curiosidad, por saber si gustaba en España. La posición en la lista es un indicador.

-Desde luego. ¿Y por qué ese regreso a ‘Ommadawn’?

-Pensé que sería divertido e interesante, y lo fue. Lo he disfrutado mucho.

-¿Puede decirnos qué es, dónde está, ‘Ommadawn’?

-No es nada, es una palabra sin sentido. Cuando hice el Ommadawn original le pedí a la cantante que escribiera algo y le salieron unas palabras que no significaban nada. Diría que tenían algo que ver con el irlandés: omma, omma, dawn. Me gustó su sonido.

-¿No diría que sea un estado mental?

-No, no hay nada místico ahí. Aunque puede tener ese sentido si usted lo desea: cada uno puede darle su propio significado.

-Aquel disco tenía sonidos acústicos, influencias folk, se podía intuir un cierto aire tribal.

-Sí, era el fruto de muchas influencias. Pero por lo general yo hago música y no escucho demasiado la música de los demás. Comencé muy pronto, a los 15 años, y si oía cosas era más bien por accidente. Cuando no hago música la última cosa que haré será ponerme a escuchar música de otros. La música está en mi cabeza. Creo que funcionar así ha sido positivo porque así mi trabajo ha sido original, apartado de influencias. Aunque a veces sí que escucho cosas por afán de investigar. Cuando viví en Ibiza fui a discotecas como Pachá y estudié un poco la música de club, aquellas bases de bajo y batería, y obtuve información que luego usé en el disco Tubular bells III, que años más tarde formó parte de la apertura de Juegos Olímpicos de Londres.

-Trabajar en ‘Return to Ommadawn’, ¿ha supuesto situarse en los tiempos en que hizo ‘Ommadawn’, en los 70?

-Oh, sí, y ha sido interesante porque aquella vieja versión de mí mismo que existió en los años 70 se desanimó a finales de la década, cuando apareció toda aquella música agresiva. Me pareció que el mundo se había vuelto loco.

-Se refiere a la aparición del punk.

- Sí, tuve que reinventarme y hacer mi música más mainstream, con canciones más cortas. Salieron algunas buenas, como fueron Moonlight shadow y Shadow on the wall. Aprendí a hacer canciones comerciales. Recuerdo una conversación con Richard Branson (Virgin) diciéndome que ya no necesitábamos largas composiciones instrumentales sino piezas cortas. En los 80 las cosas fueron así, pero volvieron a cambiar años después cuando hice Tubular bells II (1992), que tuvo mucho éxito. Pero aun entonces sentía que no podía recuperar mis raíces auténticas, que son mis primeros tres álbumes. Y no fue hasta después de los Juegos de Londres, en el 2012, que me di cuenta de que la música de mis primeros tiempos era importante, y empecé a pensar en Ommadawn. Y ahora estoy trabajando en Tubular bells IV, que será como Return to Ommadawn: un disco hecho a mano, sin sintetizadores. Seguramente saldrá en el 2018, en el 45º aniversario de Tubular bells.

-En ‘Ommadawn’ colaboró con varios músicos, como Paddy Moloney (The Chieftains) o Pierre Moerlen (Gong). ¿Por qué en este ha trabajado solo?

-Ah, ¿por qué?, ¿por qué? ¡Odio esa pregunta! (ríe) Pues simplemente no quería trabajar con otros músicos. Quería hacerlo solo.

-¿Cree que es difícil que otros músicos entiendan lo que quiere?

-No lo sé, solo puedo decir que fue un gran placer hacerlo todo yo solo.

-En esas continuaciones de ‘Tubular bells’ y ‘Ommadawn’, ¿juega la nostalgia algún papel?

-No es nostalgia, sino volver a la versión auténtica de mí mismo.

-¿No será posible verle de nuevo en un escenario?

-No lo creo. Soy más feliz haciendo mi música en las Bahamas que saliendo de gira. Un tour implica un montón de trabajo de organización. Y el escenario me hace sentir como un entertainer, cuando yo me veo más como un científico en el laboratorio, creando música, no saliendo ante el público bailando o dando espectáculo.

-Los discos son, pues, el modo de definitivo de Mike Oldfield para comunicarse con el mundo.

-Sí, es así. ¡Aunque podría crear un holograma y la gente podría verme sin moverme de las Bahamas!