No le hace falta playa para buscar público y calidad. Tampoco grupos mediáticos que arrastren mercado a cualquier precio. Contempopránea, el festival pop que ha clausurado su undécima edición en la madrugada de hoy en Alburquerque, trasmite un aroma distinto al de otras citas musicales. Su público es apasionado y se nota que disfruta. Sabe a lo que va y encuentra lo que quiere: un escaparate con lo mejor de la música independiente de nuestro país en una demostración del fenomenal trabajo de los organizadores, como quedó patente en la primera jornada del viernes. La suavidad de Montevideo, la calidad de Bloomington --impresionante la banda cacereña-- o la confirmación de The Sunday Drivers y Sidonie fueron los mejores ejemplos. Ama y Clovis también dieron fe de ello, junto a Sr. Chinarro y Niños Mutantes, en una apertura redonda en la que la temperatura en la ladera del castillo fue bajando a medida que subía la del público.

Estética pop, miradas de complicidad y mucho, mucho milagro para que Contempopránea ofreciera cerca de nueve horas de música que no pararon hasta casi las seis de la mañana con el cierre a cargo de Niños Mutantes, otra de las sorpresas agradables de festival por su fuerza y consistencia en el escenario. Solo falló Dorian, que se cayó a última hora del cartel por enfermedad, pero que permitió que la banda granadina completara una magnífica noche con la asistencia de más de 4.000 espectadores. En el ambiente, sobrevoló el recuerdo a Surfin´ Bichos, el grupo desaparecido al que el festival rinde tributo este año con las versiones que cada banda hizo de sus canciones.

En el backstage, auténtica cocina de la noche para músicos, admiradores y amigos todos, sólo se podía beber tinto de verano pasadas las tres de la madrugada mientras sonaba Sr. Chinarro, imperturbable en la voz y entregado a la causa. Abajo, en la arena, las parejas se abrazaban en imágenes de una postal sesentera y las camisetas con los protagonistas de la cita se entremezclaban con vestidos de colores y lunares. José Tato, el solista de Bloomington, ya se había cambiado de camisa tras acabar su actuación, una más en Contempopránea donde ya acumulan una larga trayectoria. Ahora, con nuevos temas en castellano, reflexionaba sobre el festival: "Hacía unos años que no tocábamos y hemos notado el incremento de público. Ver cómo era en 1994 y ahora es alucinante. Llevan muchos años intentando que sea mucho mejor y este formato es un éxito".

La música también llegaba al mercadillo, abierto en la entrada del festival, donde los sellos independientes se alternan con la venta de prendas pop y chapas, uno de los objetos más codiciados. La cobertura de los servicios ha mejorado y el público lo agradece. Por el festival se pasean caras conocidas de la crítica: Jesús Ordovás, el veterano locutor de Radio 3 y su Diario Pop. Su compañero, Julio Ruiz, de Discogrande, permanece atento junto a los equipos de sonido. El despliegue mediático también se hace notar: más de 150 profesionales acreditados para cubrir el festival, entre ellos, los compañeros de Canal Extremadura Radio que dedicaron, al igual que anoche, nueve horas de su programación para ofrecer los conciertos en directo. José Carlos Macías y Diego Barriga, junto a Marce Solís, lo sufrieron en sus cuerpos junto al resto del equipo de la radio que trabajaron en el palomar donde parecían colgados en el aire. Entre los espectadores, algunas reflexiones superan lo inaudito. "Es un festival hipnótico", afirma el pintor Sebastián, otro de los clásicos de la cita. Antonio, de Mondosonoro, otro festival independiente que se celebra en Hospitalet, no termina de creerse que Contempopránea no sea más conocido en el entorno cercano de Cáceres y Badajoz. Armando Trívez, de Zaragoza y creador del fanzine del festival, se mueve como pez en el agua entre los puestos y el escenario. Otros asiduos repiten la frase más escuchada: "Esto es como una familia".

Ese contagio positivo también se hace notar fuera del recinto, muy cerca en la plaza, donde las terrazas están a tope antes de que se abran las puertas. La zona de acampada queda más lejos y la piscina, cubierta en verano, es un buen lugar para el descanso. Gusta Alburquerque, pero nadie diría que en medio de ninguna parte hay una cita musical de referencia en España.