Cuarenta años después, la mística de Woodstock mantiene un envidiable estado de salud. El festival que puso banda sonora a toda una generación, y que se ha perpetuado como hito cultural, recibe homenaje con Woodstock 40 (Rhino), un doble CD que resume parte de aquellos tres días que marcaron el cénit del movimiento ´hippy´.

La selección, que se publica esta semana en España y recoge a artistas como Janis Joplin, The Who o Jefferson Airplane, no ha escapado a la tentación de incluir los dos momentos estelares del evento: la voz rasgada de Joe Cocker cantando With a Little help from my friends , y el solo de guitarra en el que Jimi Hendrix distorsionó para la historia el himno americano.

La interpretación del Star splanged banner puso a Woodstock un broche de oro con el que sus organizadores, vistas las circunstancias que acompañaron el devenir del festival, ni siquiera soñaban. Que Woodstock se convirtiera en realidad bien podría calificarse de milagroso.

La organización corrió por cuenta de John Roberts, Joel Rosenman, Artie Kornfeld y Michael Lang, el mayor de los cuales contaba 26 años. Roberts, heredero de una fortuna, hizo frente al problema económico de un festival que Holly George--Warren, coautora junto a Michael Lang de "The road to Woodstock", define como "3 días de paz e improvisación".

Los sobresaltos comenzaron antes que las actuaciones. Rosenman había cerrado un acuerdo para que The Woodstock Music & Art Fair se celebrase en Wallkill, una localidad a 50 minutos de Bethel. Pero en julio las autoridades cancelaron el contrato, temerosas de que hordas juveniles arrasaran su idílico municipio.

Entonces apareció la mano salvadora de Elliot Tiber, un pequeño empresario que vivía cerca de Bethel. Tiber puso en contacto a Michael Lang y Max Yasgur, por entonces el mayor productor de leche del Condado de Sullivan y poseedor de enormes extensiones de terreno.

La organización y Yasgur no tardaron en cerrar el trato, comenzando de inmediato las labores para acondicionar el emplazamiento. Mientras, Arnold Skolniek diseñaba el logo de Woodstock -- una paloma sobre el mástil de una guitarra --, y el cineasta Michael Wadleigh se preparaba para grabar la película sobre el festival.

Exceptuando a los músicos, muy pocos cobraron por su trabajo. Wadleigh tuvo que poner dinero de su propio bolsillo para producir una película que ganaría el Oscar al Mejor Documental en 1971.

La incertidumbre se extendió a los artistas, muchos de los cuales se mostraban reacios a actuar. La contratación de Jefferson Airplane, el grupo de rock psicodélico más importante del momento, animó al resto de grupos invitados.

Mientras, Bethel se levantó en armas contra Woodstock. "No compres leche. Paremos el festival de música hippy de Max", rezaban los carteles que proliferaron por la localidad. Fuera como fuese, Woodstock arrancaría el 1 de agosto, y, al contrario que en Wallkill, las autoridades de Bethel no hicieron nada por impedirlo.