Miles de personas salieron a la calle para dar el último adiós a su ilustre vecino, el escritor Miguel Delibes, fallecido el pasado viernes a los 89 años. El féretro tuvo dificultades para llegar desde la Casa Consistorial, donde se había instalado la capilla ardiente, hasta la catedral de Santa María, que se quedó pequeña, abarrotada por unas 3.000 personas.

Se calcula que desde su fallecimiento unas 20.000 personas han acudido a despedirse del periodista y maestro de la literatura castellana autor, entre otros, de Los santos inocentes . "No solo Valladolid tiene en él a su novelista más emblemático, sino España entera y también la amplia comunidad de hispanohablantes", dijo durante su homilia el administrador diocesano de Valladolid, Félix López Zarzuelo. Y destacó que en la obra del escritor siempre estaba presente su "humanismo cristiano".

Los siete hijos de Miguel Delibes presenciaron la ceremonia acompañados de sus familiares y de escritores como Gustavo Martín Garzo, el académico José Antonio Pascual, actores como María Fernanda d´ Ocón y Juan Antonio Quintana; y amigos íntimos como el etnógrafo Joaquín Díaz. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y la ministra de Cultura, Angeles González-Sinde, encabezaron la representación institucional con las principales autoridades de la Junta de Castilla y León, Ayuntamiento de Valladolid y de la diputación provincial.

CONDOLENCIAS DE ZAPATERO El presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, envió sus condolencias por "la muerte de uno de los mejores escritores españoles, a quien tanto debe este país y la cultura", desde el Congreso Extraordinario del PSOE Andalucía.

Al acabar el funeral, el féretro salió del templo transportado por sus nietos que se emocionaron ante el fervor popular que les recibió con un cálido aplauso a la salida de la catedral. Miguel Delibes de Castro, uno de los hijos del escritor, agradeció las muestras de cariño. Explicó que en los últimos años su padre tenía la vista más puesta en la otra vida que en ésta y que le hubiera gustado ver cómo le quería la gente.

Siguiendo los deseos del difunto, tras ser incinenerado, sus restos fueron depositados junto a los de su amada esposa Angeles Castro, fallecida a los 51 años. Desde ayer ocupan el Panteón de Vallisoletanos Ilustres del cementerio de El Carmen, donde reposan también los de los escritores José Zorrilla y Rosa Chacel y del bailarín Vicente Escudero, entre otros.