La intensa vida libresca de Francesc Miralles (Barcelona, 1968) ha girado alrededor del mundo de la autoayuda. Editor de un sello de este género, dirigió varias colecciones y llegó a escribir --con pseudónimo-- una cuarentena de textos: "Escribía un libro al mes. Ponía seis o siete obras en la turmix y hacía un producto más accesible al gran público, que se podía perder en sesudos tratados psicológicos". Imbuido del espíritu de estas obras, construye ahora Amor en minúscula (Vergara), novela vitalista que ahonda en la magia de los pequeños actos.

EL PESO DE LA SOLEDAD "Quería escribir una historia amable sobre cómo actos pequeños como poner un plato de leche a un gato pueden cambiar tu vida", afirma el escritor, ganador del último Premi Columna Jove por Interrail , quien añade que ue "el tema de fondo del libro es la soledad; de hecho, en el 90% de las novelas el protagonista se siente solo".

Samuel es un profesor de filología alemana --disciplina en la que Miralles se licenció-- que cuando empieza a vislumbrar la temida frontera de los 40 constata su aislamiento social. Un gesto mínimo, "de amor en minúscula", hacia un gato activará una cadena de casualidades --o, mejor dicho, de causalidades-- que cambiará por completo su vida.

"Llega un punto en el que él, como tantos otros, tiene la necesidad de romper la cáscara de su soledad", señala evocando la metáfora de Herman Hesse, una de las múltiples referencias literarias que transitan por esta "fábula de la Barcelona moderna", como la definió Francecs Miralles en su presentación.