Superman debutó en un cómic en 1938; Batman, en 1939, y Wonder Woman, en 1941. Para cuando ella ha llegado a protagonizar una película en Hollywood, el superhéroe de la capa lleva nueve y el enmascarado, 12. Y el dato enmarca el fenómeno en que se ha vuelto la superproducción dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por Gal Gadot que llega ahora a España.

Más allá del éxito de taquilla (más de 570 millones de dólares por ahora) y de la crítica, que en su mayoría aplaude la que muchos ven como la mejor adaptación del universo DC, esta Wonder Woman es el último epicentro del terremoto de conversaciones y debate sobre género, feminismo, representación y discriminación, en Hollywood y más allá. Estamos en el 2017 y el debate sigue vivo.

Es algo que le gustaría superar a Gadot, la exmiss Israel que no había nacido cuando Lynda Carter encarnaba a la mujer maravilla en la tele. «Para mí, como mujer, lo maravilloso de este personaje y de esta película es que el género no es un tema», dice a EL PERIÓDICO. «Ella es ajena a las reglas sociales y de género y eso es el feminismo, ¿no? No ve diferencia entre hombres y mujeres y esa es la victoria, cuando no hablamos de ello y somos capaces y tenemos distintas fuerzas y debilidades».

Por suerte para su salud mental, la actriz asume también que «va a llevar tiempo que deje de ser un tema tan grande». Y es que hablar de género y de Wonder Woman ha sido siempre irremediable, no solo ahora que Hollywood presenta una supuesta heroína posfeminista que en versión Gadot no tiene que preocuparse por la lucha por sus derechos, asegura la actriz.

El creador del personaje, William Moulton Marston, diagnosticó la «masculinidad que hiela la sangre» como problema de los cómics y presentó a Wonder Woman como «propaganda psicológica para el nuevo tipo de mujer que debería dirigir el mundo». Y aunque desde entonces hubo quien identificó el icono feminista en el que latía una lucha por derechos muy real (ocupó en 1972 la primera portada de la revista Ms de Gloria Steinem), su estética pin-up y otros temas de fondo polarizaron su aceptación.

Lo mismo pasa con la película. Domina el aplauso a la superproducción como vehículo de empoderamiento femenino, no solo por su contenido. Jenkins, por ejemplo, es la tercera realizadora -tras Kathryn Bigelow y Lana Wachowski- que trabaja con más de 100 millones de dólares en Hollywood, donde el año pasado cayeron del 9% al 7% los títulos de realizadoras entre los 250 más vistos. También ha roto algún que otro techo de cristal, incluyendo el de máxima recaudación en estreno de una película con directora. Y algunos creen que será un punto de partida para cambios en una industria que deber estar atenta a la pujanza del público femenino. Desde el mundo académico que estudia el poder positivo de la representación y el implacable efecto negativo de la falta de ella se aplaude. «Cualquier ocasión en que vemos a mujeres en papeles poderosos en la pantalla reta visiones de liderazgo anticuadas», decía a The New York Times Stacy Smith, de la Universidad del Sur de California.

No faltan quienes cuestionan su supuesto peso. Un crítico de The Guardian habla de esta Wonder Woman como «una pitufina armada», destaca que los cinco guionistas y ocho de los 10 productores son hombres y apunta: «En el nivel de basura de alto presupuesto, Wonder Woman es gran diversión, pero había esperanzas de algo más».

Ese es el peso que arrastra Wonder Woman, envuelta ahora también en polémicas inanes como la tormenta por unos pases de la película solo para mujeres. Y es que es y seguirá siendo mezcla imposible de empoderamiento y objetificación.

Ese cóctel hizo, por ejemplo, que Naciones Unidas la eligiera embajadora de buena voluntad y diera marcha atrás cuando más de 40.000 personas denunciaron considerar útil para la meta de la igualdad al personaje en «su actual iteración como mujer blanca de pecho grande e imposibles proporciones ligeramente vestida con un reluciente y ajustado bodi con motivo de bandera estadounidense y botas hasta la rodilla». Warner y Jenkins ya trabajan en la segunda entrega.