Padre e hijo, ambos difuntos, cantaron un dueto en los funerales. Fue el momento más emocionante de la ceremonia fúnebre por Luciano Pavarotti, celebrada ayer en Módena, su ciudad natal. Las imágenes del expanadero del pueblo y de su hijo, que había imaginado que transcurriría su vida como campesino de la rica ciudad del norte, irrumpieron ayer por la tarde en medio de los funerales celebrados en la catedral, cantando el Panis Angelicus, de César Frank.

Obispos, políticos, representantes de la cultura, cantantes famosos en el mundo y ciudadanos de a pie, no resistieron a tanta emoción. Muchos irrumpieron en lágrimas y todos, en un aplauso de cuatro minutos, tanto en la plaza como bajo las naves románicas de la catedral.