El sábado pudo vivirse en Madrid una nueva versión del clásico Festival Internacional de Benicassim. En plena época de expansión, una selecta parte de su cartel se desplazó hasta la capital española para otorgar un día más de culto a la buena música, perfecta ocasión para todos aquellos que no podían desplazarse hasta las costas mediterráneas durante cuatro días. El Saturday Night Fiber, como así se le denominó, convocó un elenco para los más gustosos paladares, con Siouxsie, My Bloody Valentine y Babushambles fue perfectos escuderos de la gran estrella, el gran Morrisey.

Concierto de verano atípico

El espectáculo acontecido poco tenía que ver con los famosos festivales de verano, pues en lugar de estar en la playa o, en su defecto, en algún lugar apartado y sombrío, fue en un recinto deportivo, con el insoportable asfalto madrileño convirtiendo el ambiente en un hervidero. Sin embargo, poco parecía importar a los fans, dispuestos a aguantar cosas mucho peores por ver las actuaciones que se iban a producir.

El concierto, con claros tintes británicos, empezó, pues, con total puntualidad. A las 18:30 saltó al escenario el primer grupo, The Rumble Strips, uno de tantos grupos brit-pop que emergen en las Islas cada año. Sus ganas y su buen hacer hicieron que se convirtieran en un gran arranque de festival. Lástima que, al sí ser el público español, la puntualidad brilló por su ausencia, con lo que los asistentes en esos momentos fueron más bien escasos.

Llega el "personaje": Pete Doherty

Con todo, a las 19:30 comenzó uno de las actuaciones más esperadas, los Babyshambles, con su figura, Pete Doherty, al frente. Considerado por muchos el mayor talento musical británico de los últimos años, el siempre enigmático cantante no defraudó, como ya hiciera el día anterior en Benicassim, y se entregó completamente a un público entregado.

Pese a que se veía que no estaba en sus mejores facultades, el británico fue un derroche de energía ya desde el comienzo, cuando con `Delivery´ ya se metió a los asistentes en el bolsillo. Continuó con temas de sus discos Down in Albion, The Blinding o Shotter's Nation, siendo canciones como Killamangiro, The Blinding o Baddie´s Boogie las más celebradas.

El bueno de Pete se guardaba lo mejor para el final. Así, después de unas breves palabras de despedida, comenzó la célebre Fuck Forever, grito ya del grupo, momento en el que el público ya cayó fulminado por completo, convirtiéndose en británicos que acompañaban al grupo en la canción. Para terminar, irónico saludo nazi de Doherty, micro al público, y retirada sin alardes ni afán de protagonismo. Un genio.

Siouxsie, la potencia

Después de la gran actuación de Babyshambles, le tocó el turno a la veteranaSiouxsie, en lo que era el inicio de un recuerdo a años anteriores. La británica, todo potencia y carisma sobre el escenario, demostró que 30 años, el tiempo que hace desde que publicara su primer disco, no son nada, y ante un público más numeroso, dio un auténtico recital. Su sonido, quizá el más nítido de toda la noche, contagió a todos y cada uno de los ahí presentes, totalmente conmocionados en algunos temas, como Happy house.

Y en esas llegó Morrisey, el que se iba a convertir en la estrella de la noche. Su aparición, enfundado en una camisa rosa, gastando bromas y alguna vacilada al público ya de entrada, y entreteniéndose con el cable del micro como si de una comba se tratase, ya hacía presagiar lo mejor. Y así fue. El que fuera líder de una de las bandas británicas de Gran Bretaña, The Smiths, volvía a Madrid 23 años después, demasiado tiempo.

Arrancando con algunos temas de su antigua banda (especialmente celebrado fueAsk), ya desde el principio el público, mezcla de distintas generaciones y estilos, se entusiasmó y llegaron a verse incluso algunas lágrimas. Le siguieron The last of the internacional playboys o First of the gang to die. También hubo tiempo para presentar canciones de su próximo disco, así como para creaciones más intensas. Pero sin duda el grandioso acompañamiento de su banda (Morrissey fue el único que presentó a sus compañeros, por algo será), fue es complemento perfecto para una actuación brillante. Después de canciones eternas musicalmente que se quedaban cortas, el final fue apoteósico, en un culmen de voz y sonido único, llegando a poner la piel de gallina a más de uno ahí presente. Lo juro.

Con todo, este británico engreído, grandilocuente y polémico, se convirtió en el héroe de la noche. Al fin y al cabo, se trata de un genio musical, y lo continúa demostrando con el paso de los años. Grande Stephen Patrick Morrisey.

The Bloody Valentine acaba con las pilas

La calidad de este grupo también veterano es indudable, pero no es menos cierto que el momento de su intervención no era el más adecuado. Además, el sonido no era de lo mejor, y eso, en un grupo donde las guitarras y su "ruido" son la base de todo, es demasiado contratiempo. Aún así, con sus cancioes de Ins't Anything y Loveless, destacando To here knows when y You made me realize colofón de su espectáculo y en el que el que se apuntilló un final tan radical que sumió al público en una pesadilla, en una especia de torbellino ruidoso del que era imposible escapar. Para algunos, aquello fue tremendo, para otros, un insulto y un golpe directo a los oídos.

A continuación aparecieron los Hot Chip, buena banda a la que, sin embargo, apenas se le hizo caso, con la gente todavía preguntándose si volverían a oír bien, mientras que Mika, en un concierto que, pese a que no pegaba demasiado con el ambiente de la jornada, fue de lo más divertido, puso el broche final a un festival maravilloso, con la culminación por fin en Madrid de un grande como Morrisey.