En una región como Extremadura donde en los años 80 todo estaba por hacer, Angel Campos entendió que no bastaba solo con escribir y había que pasar a la acción. A ello se dedicó toda su vida, truncada ayer por la muerte en Badajoz a causa de un cáncer. Tenía 51 años y acababa de publicar su poesía completa: La vida de otro modo (Calambur). Mañana le iban a entregar el premio Eduardo Lourenço por su relevante labor en el ámbito de la cooperación de las comunidades ibéricas.

Fue poeta, traductor, editor, agitador cultural. Fue, sobre todo, un hombre generoso, según resaltaron ayer quienes le conocieron y compartieron con él horas de amistad y compañerismo.

La Junta de Extremadura, en un comunicado, lamentó "profundamente", el fallecimiento del escritor. Por el tanatorio del hospital Infanta Cristina de Badajoz pasaron ayer gentes del mundo de la cultura y la política, amigos y conocidos del escritor extremeño, como Javier Fernández de Molina, pintor con quien Campos colaboró estrechamente en algunos de sus libros, como La ciudad blanca , Antonio Franco, director del MEIAC, el artista Luis Costillo, el concejal Francisco Muñoz, el expresidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, el líder de Izquierda Unida en Extremadura, Pedro Escobar o los escritores José Antonio Zambrano y Antonio Gómez.

LIRICA LUSA Nacido en 1957 en San Vicente de Alcántara, donde hoy a las 12.00 de la mañana tendrá lugar el sepelio, Angel Campos Pámpano estudió en la Universidad de Salamanca. Tras licenciarse en Filología Hispánica, en Extremadura hizo colas en la dirección provincial de Educación, según recordó ayer el poeta Luciano Feria. "Ambos pedíamos trabajo como maestros, sin saber que cada uno también escribía". Y a la docencia dedicó su vida profesional.

En aquella época de finales de los 70 de recitales públicos de poesía, quienes iban a protagonizar la renovación lírica en Extremadura, coincidieron frecuentemente y establecieron relaciones de amistad. En Zafra conoció a Alvaro Valverde, con quien firmó en 1984 la principal antología poética de entonces, Abierto al aire . "A él se deben los cambios en la literatura extremeña de esa década", afirma Luis Sáez, director de la Editora Regional de Extremadura. "No bastaba escribir libros. Estaba todo por hacer y a eso se dedicó", explica Valverde.

"Estaba donde se le necesitaba: presentando libros, ofreciendo charlas, declamando poesía, apoyando a los escritores incipientes. A veces hasta abusábamos de él", recuerda Feria.

Campos fue un hombre de izquierdas, llegó a formar parte de las listas electorales de su pueblo por IU, "pero supo diferenciar la poesía de la política. No fue alguien sectario, si alguien escribía bien, lo destacaba", dice Fernando León, periodista de este diario y uno de sus amigos. "Cuando nos encontrábamos en algunos de los concursos en que fuimos jurados, bromeábamos y él alardeaba de su republicanismo delante de mí y yo de mi monarquismo", recuerda José Miguel Santiago Castelo, poeta y subdirector de ABC.

"Era alguien complejo, con cierta tendencia a la saudade, a la melancolía", añade León.

En 1992 fundó el Aula de Poesía Enrique Díez Canedo, en Badajoz, dirigió las revistas Espacio / Espaço Escrito, junto a Diego Doncel y Valverde, y Falar / Hablar de poesía , presidió la Asociación de Escritores Extremeños y fundó con Manuel Vicente González Del Oeste Ediciones (donde publicó, entre otros, a Gonzalo Hidalgo Bayal, Alonso Guerrero o José Saramago).

Paralelamente fue traduciendo la obra de poetas portugueses como Fernando Pessoa, Eugénio de Andrade o Sophia de Mello. Y más allá de su dimensión pública, dio forma, en la vida solitaria que es la de todo escritor, a su obra poética. En el 2005 recibió el Premio Extremadura a la creación por La semilla en la nieve . En los últimos años trabajó en el Instituto Español Giner de los Ríos en Lisboa, su último destino, antes de la que enfermedad precipitara, inesperadamente, sus últimos días.