Carlo Maria Giulini murió ayer a los 91 años en una clínica de Brescia, en el norte de Italia, donde había ingresado hacía tiempo. El director italiano era una de las mejores batutas de la segunda mitad del siglo XX y el último representante de la generación de Sergiu Celidibache, Herbert von Karajan, Leonard Bernstein y Georg Solti.

Giulini empezó su carrera como viola en la Orquesta del Augusteo de Roma. En ella tocó a las órdenes de Richard Strauss, Igor Stravinski y Bruno Walter, entre otros. A los 30 años cambió el arco por la batuta. Fundó la Orquesta de la Radio de Milán. Como director destacó tanto en la música sinfónica como en la ópera. En la Scala de Milán logró grandes éxitos.