Reyes Abades murió ayer a los 68 años. Extremeño nacido en Castilblanco y uno de los mayores especialistas en efectos especiales del cine español, su fallecimiento fue anunciado anoche por la Academia de Cine. En su haber figuraban nueve Premios Goya y, de hecho, está nominado a otros dos premios en la gala que se celebrará el próximo sábado por ‘Oro’ y ‘Zona hostil’. La última vez que estuvo en Extremadura fue en un acto público el pasado 25 de enero en la gala de los II Premios Extrecine, donde fue galardonado por su trayectoria y trabajo en efectos especiales. Al cierre de esta edición se desconocía la causa de su fallecimiento y los datos so bre su entierro.

Su experiencia en el campo de los efectos especiales comenzó en septiembre de 1968, colaborando con empresas españolas, italianas, americanas y francesas. Fue entonces cuando tuvo la ocasión de poder trabajar con profesionales de diferente índole. En 1979 fundó su propia firma. Su primer gran trabajo fue en la serie de televisión ‘Curro Jiménez.

‘¡Ay, Carmela!’, ‘Beltenebros’, ‘Días Contados’, ‘El día de la bestia’, ‘Tierra’, ‘Buñuel y la mesa del rey Salomón’, ‘Lobo’, ‘El laberinto del Fauno’ y ‘Balada triste de trompeta’ fueron las películas en las que trabajó que le hicieron merecedor de un Goya cada una.

Además de su trabajo en el cine español, también fue el más solicitado cuando un equipo de cine llegaba a España. Ahí están desde ‘El regreso de los tres mosqueteros’, ‘Los fantasmas de Goya’, ‘La mula’, ‘El misterio de Well’, Che: guerrilla’, ‘Los señores del acero’ o la aún inédita ‘El hombre que mató a Don Quijote’, de Terry Gilliam. Su infancia fue complicada. Su familia abandonó Castilblanco cuando Abades tenía 13 años. Con 15 recalaron en Francia, desde donde fue a Luxemburgo, país del que le echaron a los tres meses. Viajó a Bélgica y volvió a Madrid. «Y a los 16 me quedé solo en Madrid porque mis padres volvieron a Castilblanco. Mi historia es la de un típico emigrante extremeño», declaró en una ocasión. Solo fue al colegio de los seis a los ocho años, y de lo que más orgulloso se sentía era de que dos de sus cuatro hijos continuaran su labor en su empresa de efectos especiales.

Además de los premios Goya citados, también contaba con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el premio Ricardo Franco del Festival de Málaga y la Medalla de Extremadura, en el año 2010.

También fue el artífice de los efectos especiales de uno de los hitos más celebrados de la ceremonia de apertura de los juegos olímpicos de Barcelona 92: el viaje de la flecha con la que Antonio Rebollo encendió el pebetero.