Cincuenta años después de la concesión del Premio Nobel a Juan Ramón Jiménez, la Residencia de Estudiantes abre sus puertas a la vida y la obra del poeta de Moguer, mostrando en una exposición sus etapas, su relación con la pintura, su apoyo a la República y el exilio. Así, la Colina de los Chopos, nombre del enclave que ocupa la Residencia de Estudiantes, donde Jiménez pasó un largo periodo y a cuya construcción contribuyó, celebra así la concesión del Nobel al escritor por "su poesía lírica, que constituye en lengua española un ejemplo de alta espiritualidad y de pureza artística".

La muestra se divide en cinco apartados cronológicos que siguen las diversas etapas de Juan Ramón: los años de formación y los inicios literarios, su primera vocación pictórica que abandona por la poesía; el primer viaje a Madrid, llamado por Villaespesa y Rubén Darío, y la publicación de sus primeros libros.

Además de los contactos con la Institución Libre de Enseñanza y el posterior periodo en la Residencia de Estudiantes; su matrimonio con Zenobia Camprubí, su relación con los poetas y pintores de los años veinte y treinta, el estallido de la Guerra Civil y el exilio.

La exposición muestra primeras ediciones de las principales obras de Juan Ramón, libros de otros autores en los que el poeta participó, prologó o cuidó y un amplio número de cartas, manuscritos y documentos.

También se exhiben sesenta piezas de obra plástica, seleccionadas por Pablo Jiménez Burillo, en donde se reúnen en un primera sala los retratos de la pareja. Un segundo apartado en el que Pablo Jiménez establece el diálogo entre Juan Ramón y los miembros de su generación desde dos polos: la armonía con la naturaleza y la ciudad.

Un último apartado resalta la "modernidad" de Juan Ramón y su relación con las vanguardias, siendo Picasso el protagonista absoluto de la sala. "La muestra tiene una idea esencial, demostrar lo rabiosamente moderno que es Juan Ramón Jiménez, explica Pablo Jiménez. "Por ejemplo -dice-, "Diario de un poeta recién casado es mucho más moderno que Poeta en Nueva York de Lorca".

Según Jiménez Burillo, tanto Picasso como Juan Ramón manejan un lenguaje vanguardista único. Después de Picasso, la pintura ya no era la misma, y después de Juan Ramón, la poesía ya no era la misma".