Ya casi nadie sabe quién fue el general Torrijos, pero un cuadro en el renovado Museo del Prado le convierte estos días en símbolo de las tensiones entre liberales y absolutistas en el siglo XIX y en una lectura ideológica aún vigente. Los Reyes y el presidente Zapatero se fotografiaron ayer ante el monumental cuadro que pintó en París en 1887 Antonio Gisbert por encargo del gobierno liberal de Sagasta "en defensa de las libertades para las generaciones futuras". El Rey dijo en su discurso que el Prado "contribuye a identificarnos como una gran nación" mientras que Zapatero afirmó que "nada integra más a las sociedades que la cultura", informa Efe.

El político liberal José María Torrijos, exiliado en Inglaterra por constitucionalista, se sublevó contra Fernando VII y fue fusilado en Málaga junto con 60 de sus hombres por conspirar contra el monarca absolutista Borbón, trastatarabuelo del rey Juan Carlos. Esta obra maestra del género de la pintura histórica preside una de las tres nuevas salas de la ampliación del Museo del Prado, que firma Rafael Moneo y que el público puede visitar de forma gratuita hasta el domingo próximo. Titulada El siglo XIX en el Prado , la exposición rescata una selección de 95 pinturas y 12 esculturas.

La exposición se ha concebido como una "revisión" del siglo XIX. Los pintores de la modernidad, los intelectuales avanzados y un público más interesado en novedades que en dramas arrinconaron la visión rancia y anticuada de España que se detecta en buena parte de la pintura histórica del Prado. Del conjunto, donde está ausente la ruptura con la tradición que sí fraguaron los franceses, sobresale Goya, el precursor, liberal y exiliado. Un pequeño dibujo suyo,El toro mariposa , merece por sí solo una inmersión en el fabuloso mundo del aragones.

La ampliación del museo se ha ido completando con algunos detalles curiosos de interiorismo. Un conservador zumbón calificaba de "rojo bingo" el color que Moneo ha elegido para resaltar las estatuas de las musas que fueron propiedad de Cristina de Suecia. A partir de mañana, el público que entre por la puerta de Velázquez se encontrará con ellas antes de alcanzar el vestíbulo y los tres tramos de escaleras mecánicas que les conducirán hacia el olvidado siglo XIX.