El festival de cine de San Sebastián vivió ayer una jornada de alto protocolo. Con tantas estrellas y convocatorias parecía el de Cannes. Los fotógrafos iban locos aguardando a Liv Ullmann --Premio Donosti--, a Lou Reed, a Frank Oz y a Samuel L. Jackson, que promocionan sus películas. Las cámaras recorrían el trayecto que va del Kursal al Hotel María Cristina, para correr después a la Tabacalera donde Alfonso Cuaron daba una clase magistral, y de allí al centro cultural en el que Paul Auster brindó a media tarde una conferencia.

Hubo más. Antes de presentar fuera de concurso La escafandra y la mariposa , Julian Schnabel acudió a recoger a Lou Reed, quien hoy le acompañará en la proyección especial de Berlín . La película lleva el nombre del disco maldito que hoy es considerado una obra magna.

Para redondear el día, la sección oficial fue espléndida. Mil años de oración , de Wayne Wang, puso al público de pie, acompañando con fuertes aplausos los títulos de crédito. Wang regresa al cine independiente con este conmovedor relato sobre un anciano chino que decide partir hacia EEUU para cuidar de su hija, tras saber que su matrimonio se ha derrumbado.

La jornada terminó con Matar a todos . Esteban Schoeder aborda los tenebristas años en que las dictaduras iberoamericanas crearon la Operación Cóndor.