Ni literatura afterpop , ni generación Nocilla, la última denominación de origen que se postula para explicar el cambio generacional en la literatura que muchos esperan, pero pocos son capaces de precisar, es Mutantes . Así se llama la antología realizada por el crítico Julio Ortega y el novelista Juan Francisco Ferré --que es a la vez uno de los antologados-- y que publica Berenice, empeñada en levantar el acta de la nuevas letras españolas gracias a sus ensayos sobre el tema.

Veinte autores (entre ellos Isaac Rosa, nacido en Sevilla pero criado y educado en Badajoz) de muy diversa condición y de por lo menos dos generaciones, nacidos entre 1960 (es el caso de Germán Sierra) y 1976 (Robert Juan-Cantavella, Jorge Carrión), se reúnen en esta antología definida por Ortega como "una caja de herramientas para construir un objeto inexistente". La selección aporta nuevos materiales para ese animado debate sobre la nueva narrativa en el que están embarcados buena parte de los jóvenes escritores españoles con la intención de incluirse o de desmarcarse del fenómeno.

"Este libro no postula un grupo, apenas un agrupamiento", relativiza Ortega en relación a la reticencia de algunos autores --es el caso del barcelonés Javier Calvo, uno de los 20, que reiteradamente ha intentado huir de las etiquetas-- "Calvo hace bien", pero añade: "Hace falta ensayar metáforas que cartografíen el país narrativo, que carece de mapa. La furia de restar tiene que dar paso al juego de sumar".

LUDICOS Y EXPERIMENTALES Los narradores mutantes --aunque en buena ley, la mutación se produce en los textos, elaborados con un carácter experimental y juguetón-- "escriben desde distintos márgenes, fuera del sistema dominante y están de paso por este libro hacia alguna otra parte". La antología reúne básicamente relatos, muchos de ellos inéditos, pero también fragmentos de novelas: es el caso de Nocilla Dream , de Agustín Fernández Mallo, punta de lanza generacional o de Cero absoluto , de Javier Fernández que conduce su narración a través de artículos periodísticos reproducidos en su supuesto formato original.

De esa misma creatividad participa el texto de Jorge Carrión, explorando las posibilidades del blog como artefacto literario o el divertido texto de Juan Francisco Ferré, Moda de Londres , que usa un texto ajeno como punto de partida para llegar a otro lugar.

Las propuestas mutantes buscan una complicidad, no siempre sencilla. "Para que haya una gran literatura española se requieren grandes lectores --afirma Ortega--. Lectores que intervengan en el hacer del relato con capacidad de juego y de crítica". Y bromea. "Mucho me temo que los lectores complacientes y los novelistas de superventas son otra de las causas del calentamiento global".