Once días y un par de decenas de películas después, estamos como al principio. Cannes 2010 se inauguró con un filme de épica de guerra (medieval) largo y tedioso, Robin Hood , y ayer puso cierre a su sección competitiva con otra épica de guerra (mundial) aún más larga y tal vez más tediosa: Exodus, Quemado por el sol 2 , de Nikita Mijalkov.

De Quemado por el sol (1994), ojo, solo quedan el nombre y algunos personajes. Aquella película era cine de autor del bueno --Premio del Jurado en Cannes y Oscar de Hollywood, nada menos--, el elegíaco retrato de una familia rica que, antes de la segunda guerra mundial, cuando Stalin empieza a dar mucho miedo, confunde sus lealtades políticas y personales. Puro Chéjov.

La continuación, en cambio, es más bien Rambo. "Me gusta el cine de autor, pero nadie puede sobrevivir comiendo solo ostras, necesitamos pan y mantequilla, y eso es lo que pretendo con esta película", se justificó ayer el director por todos esos tanques y aviones y explosiones y delirios faraónicos, que hacen tanto ruido que no hay forma de oír la historia. Dos horas y media, y no se entiende nada. "He querido meditar sobre la metafísica de la destrucción", explicó Mijalkov, y es cierto que, para cualquier otro cineasta, hacer esta película significaría la destrucción profesional, porque costó 55 millones de dólares --la película más cara de la historia de la Rusia actual-- y en su país no ha dado un duro. Pero no para Mijalkov, amigo personal del Vladimir Putin --es decir, no le han faltado subvenciones--. El primer ministro, de hecho, le dio acceso ex profeso a documentos clasificados en los archivos de la FSB, antigua KGB. A cambio, la película da por buena la versión de la guerra aprobada por el Kremlin: la del heroico triunfo soviético sobre la barbarie nazi.

"Llevamos acumulada una tremenda cantidad de documentación sobre la época. Estoy preparado para defender que no me he inventado nada. No hay nada peor que un cineasta o un escritor que traiciona una verdad histórica por ignorancia", dijo.