Su título, Cómo hablar de los libros que no se han leído (Anagrama / Empúries), parece una flagrante incitación al engaño y precisamente por ello provoca una guasona sonrisa de complicidad. Leyendo el libro esa sonrisa continúa pero es más inteligente y menos gamberra. El autor del ensayo, Pierre Bayard es un profesor de Literatura de la Universidad París VIII. Más allá de que, con la mano en el corazón o en el diván del psicoanalista, todos seamos capaces de reconocer que alguna vez hemos intentado, y logrado, dar gato por liebre, el libro del ensayista francés supone una reflexión sobre el hecho de la lectura.

La lectura, dice Bayard, no debe ser una obligación sino un acto placentero y creativo. "Mi intención no es hacer que la gente no lea, sino que lo haga con más libertad y sin padecimiento", dice coincidiendo con la tesis desacralizadora y desculpabilizadora que recientemente desarrolló Daniel Pennac en Mal de escuela, un libro que Bayard no ha leído, pero del que según sus postulados puede hablar porque se ha informado debidamente.

Quienes mejor disfrutarán de este ensayo heterodoxo que ha tenido un gran éxito en EEUU y ha sido mal comprendido en Inglaterra son los buenos lectores que tengan un acusado sentido del humor. Lectores capaces de reírse cuando Bayard, propone una edición de En busca del tiempo perdido sin las digresiones, cuando la novela es pura digresión.