"Era una estrella que no veía su propia luz". Así es como describió Sean a su madre, la actriz estadounidense de origen belga que sedujo al mundo desayunando con diamantes Audrey Hepburn. Trece años después de su muerte, Donald Spoto, el biógrafo que destapó las manías de Marilyn Monroe, Alfred Hitchcock y Laurence Olivier, acaba de publicar una historia minuciosa sobre su vida, un retrato que descubre el lado más triste de la enjuta diva.

Spoto ha rescatado viejos documentos y charlado con amigos y familiares de Hepburn y, entre sus casi 400 páginas, aparecen las voces de Fred Astaire, Gary Cooper, Cary Grant y la de Hubert de Givenchy. El modisto mantuvo una íntima amistad con Hepburn desde la primera vez que la vio. "Me pareció un frágil animalillo. Tenía unos ojos muy hermosos y era muy delgada", aseguró Givenchy.

HERMOSA Y TRISTE Audrey Hepburn medía 1,70 metros y su cintura apenas alcanzaba los 50 centímetros, pero su envidiada delgadez era el resultado de las carencias que sufrió durante la ocupación nazi en Holanda. Aunque llegó a convertirse en un icono de glamur y elegancia, arrebató el Oscar a actrices más consagradas como Grace Kelly por su papel en Vacaciones en Roma y trabajó con los grandes nombres del celuloide, la nostalgia persiguió a Hepburn. El guionista Robert Anderson, con el que Audrey mantuvo un romance, recordaba que "era hermosa, triste y romántica". Henry Rogers, publicista y gran amigo de la actriz comentó: "Raras veces la vi feliz".

La guerra y el tener un padre que nunca le hizo mucho caso y que acabó abandonándola afectaron al carácter de Hepburn: "Me convertí en una criatura melancólica, reservada y callada. Me gustaba mucho estar sola". Además, su mayor sueño era tener hijos y padeció cinco abortos a lo largo de su vida. Después de dar a luz a un bebé muerto, Hepburn, con 30 años, envejeció de golpe. "Fumaba tres paquetes de cigarrillos al día, se mordía las uñas hasta destrozarse los dedos y llegó a pesar 40 kilos", cuenta Spoto.

Sus dos fracasos matrimoniales, con el actor Mel Ferrer y con el psiquiatra italiano Andrea Dotti también la hicieron sufrir. Aunque cada uno le dio un hijo: Sean y Lucca, respectivamente.

Después de haberlo conseguido todo en su profesión, Hepburn dejó de hacer cine y se dedicó a realizar tareas humanitarias con Unicef. "Me han concedido un enorme privilegio, el poder hablar en nombre de los que no tiene voz", declaró al actriz. En 1993, con 63 años y afectadaº de un cáncer de colon, Audrey murió en su cama, durmiendo y sonriendo.