Con 75 años, Nuria Espert no tenía necesidad "económica ni profesional" de meterse en "el tinglado" de estrenar en el teatro el poema de Shakespeare La violación de Lucrecia pero sí el deseo de seguir en un camino que, asegura a Efe, "más que una carrera, es una vida".

Y lo dice porque tenía solo 13 años cuando ya se subía al escenario del Teatro Romea de su Barcelona natal a poner al público a llorar a lágrima viva con su recitado en Pandereta , exhibiendo la portentosa memoria y la elegancia, con esa voz suya que ya es de todos.

"Mi inquietud es no repetir, ni las cosas que han salido bien ni las que han salido mal. No es momento de hacer una cosa más sino ´la cosa´. Por mi edad, por la vida que pasa", explica sobre su decisión de subirse de nuevo a las tablas con un proyecto tan singular, que estrenará en el Teatro Español de Madrid, el próximo 4 de noviembre.

Que ella sepa, dice modesta pero reivindicativa, nunca se ha montado teatralmente lo que Shakespeare alumbró como un poema de "agradecimiento" para alguno de sus "sponsors", aunque sí existe una versión operística, de Benjamin Britten.

"Acababa de terminar las funciones de La casa de Bernarda Alba y quería hacer algo que me excitara, preocupara e ilusionara pero ninguno de los proyectos que aparecieron eran interesantes" y entonces recordó los versos que Shakespeare escribió en 1594.

Primero pensó en recitarlo ante un atril pero encontró una traducción, "absolutamente maravillosa, con un vibrato formidable", del escritor mexicano José Luis Rivas, y le propuso a Miguel del Arco que la dirigiera para convertirla en teatro.

"Aunque aún no había visto La función por hacer --uno de los grandes éxitos de la pasada temporada, firmado por del Arco-- sabía que Miguel ponía el acento en el texto y la actuación. Lo ha convertido en un espectáculo de una belleza estética extraordinaria", piropea.

Sin embargo, la preparación ha sido "horrorosa", dice la actriz. "En general, puedo ensayar cinco o seis horas diarias pero aquí no podía más de dos porque la cabeza no me daba más de sí, un cansancio mental extraordinario", precisa.

Y es que, detalla, en La violación de Lucrecia tiene que "hacer parecer fácil" algo tan complicado como asumir los papeles de "Nuria", es decir, ella misma como narradora; del hijo del rey Tarquinio, el violador; de Lucrecia, la violada, y del marido de la ultrajada, el general Colatino.

"No querría que se viera la enorme dificultad de lo que estoy haciendo, ser todos esos personajes, sino que parezca lo más fácil del mundo", un propósito que habría logrado a juzgar por el éxito "espectacular" que ha tenido en Orense, donde se estrenó el día 17, y en el Festival Temporada Alta de Girona.

Ella es la "médium" del interior de los personajes, de los sentimientos, de la indefensión de Lucrecia, de la imprudencia de Colatino, de la enfermedad que lleva a Tarquino "a ese acto atroz" que le costara a él la muerte y a los reyes la expulsión de Roma.

ARRASTRADA "La historia tiene una progresión, una violencia interior, que me arrastra; es un verso blanco muy fácil de seguir y de una belleza escalofriante. Cuanto más te metes más perturbador y enajenante es".

No era una "asignatura pendiente", a pesar de que a lo largo de su vida haya leído el poema "como cinco veces", pero sí lo es hacer Lady Macbeth , que afrontaría, propone, con José María Pou, Josep María Flotats, José Luis Gómez o Alfredo Alcón y dirigida por Robert Lepage, o Hadda Gabler , de Ibsen. "Igual que sigo viviendo sigo trabajando. No es una elección que uno pueda hacer a los 75 años, dice.