¿Casualidad? ¿Plagio? ¿Infortunio? ¿Qué extraños mecanismos, físicos o mentales, pueden llevar a dos editoriales a elegir la misma imagen, entre millares de opciones posibles, para ilustrar la portada de novelas distintas de distintos autores? En teoría matemática esa probabilidad es mínima, pero en la práctica es un hecho relativamente frecuente que siempre sorprende a los diseñadores, obsesionados por dar un toque de originalidad a la cubierta de sus novelas.

El librero es quien primero detecta las portadas clónicas que, sin embargo, suelen pasan desapercibidas al lector, incapaz de abarcar la inmensidad de las novedades editoriales y, mucho menos, encontrar similitudes en cubiertas de diversos géneros literarios y, en general, con fecha de publicación distanciada en el tiempo.

Lo que molesta a las editoriales es que la coincidencia se dé en la mesa de novedades de las librerías, es decir, cuando la proximidad física de los libros deja en entredicho de manera evidente, y ante el aspirante a comprador, la supuesta exclusividad del diseño elegido.

Esta posibilidad se dio en enero con dos novelas, El organista de Montmartre (Montesinos), de Fernando del Castillo, y Huida en Francia (Pre-Textos), de Soma Morgenstern; en las dos, la imagen es una foto de Hitler con la torre Eiffel al fondo. "Nuestro autor quería una portada con el dictador en París, así que la coincidencia con Pre-Textos fue una lamentable casualidad", explica Isabel López, de Montesinos.

Es habitual que el autor tenga voz y voto en la elección de una imagen que, en definitiva, se va a convertir en la tarjeta de presentación de su obra, pero el proceso de selección es complejo y va más allá de esa decisión individual.

Las grandes editoriales disponen de departamentos de diseño que realizan las portadas, o las encargan, con trabajos propios --lo que hace la repetición casi imposible-- o bien compran el derecho para reproducir cuadros o fotografías a agencias, museos, bancos de imágenes o similares. Marta Borrell, de Mondadori, dirige un departamento de diseño de 10 personas que deciden al año unas 800 portadas de otras tantas novedades, un 30% de las cuales con diseños propios. Cree que la repetición es evitable "si la compra es legal y ajustada a los derechos de autor".

Los cuadros son un recurso muy utilizado en portadas, también un riesgo, y las editoriales ya saben que hay pintores en exceso literarios. "Es difícil que cuadros de Magritte, Klimt, De Chirico o El Bosco no hayan aparecido en alguna portada, así que, por precaución, los evitamos", afirma Elena Ramírez, de Seix Barral. A Jorge Herralde tampoco le gustan las repeticiones, pero relativiza esa posibilidad y afirma que no es algo ante lo que haya que "rasgarse las vestiduras".

¿Se puede blindar la imagen de una portada? Elena Rosa, de Planeta, apunta que la única posibilidad es comprar la "exclusividad temporal", por unos tres años, lo que supone añadir 200 euros al precio de una imagen cuyo costo oscila entre los 130 y los 280 euros.