El teatro romano de Mérida acogió anoche el estreno, dentro del festival de teatro clásico, de Itaca , un espectáculo de fusión entre música, baile y teatro escrito por Félix Grande y dirigido por Paco Suárez, ambos extremeños.

Con una conseguida y efectiva puesta en escena --el teatro emeritense se convierte en el andén de una vieja estación de tren-- y una iluminación cálida e intimista, en la obra destacan, por encima del resto, la sólida interpretación de Miguel Molina en el papel de Ulises y la música de Juan de Puras, interpretada en directo.

En el caso de Puras, se ha apostado por un flamenco más popular y cercano al gran público, de tonos dulces y suaves. Tanto es así que en muchos momentos el flamenco brilló muy por encima del resto del espectáculo.

De hecho, los tres momentos más espectaculares de la función hay que atribuírselos a la música y el baile, como fueron la danza de Nausica (Macarena Vargas); las voces infantiles denunciando la barbarie de la masacre de la Segunda Guerra Mundial; y el arranque de la segunda parte con la canción y el baile de Aurora .

En cuanto a Miguel Molina, este veterano y conocido actor interpreta con solidez a un Ulises con matices que recuerdan la figura de Don Quijote y soporta sin problemas el peso de la obra.

La peor parte

En la parte negativa, lo peor es sin duda su excesiva duración, algo más de dos horas y media, una situación provocada, entre otras cosas, por escenas más que sobrantes como el monólogo antiamericano de Hermes (Guillermo Montesinos) o el número de una Circe (Esperanza Roy) que parodiaba a Marilyn Monroe con escasa fortuna.

Además, se acusa una importante pérdida de ritmo en la segunda parte tras una primera mitad trepidante y acaban convirtiéndose en un lastre los paralelismos entre la historia de los gitanos y La odisea , en ocasiones forzados y confusos.

Por lo que se refiere al texto de Félix Grande, se basa en un alegato contra la guerra y la condición salvaje e intransigente del ser humano.

El poeta y dramaturgo extremeño también le añade un toque pesimista y, en definitiva, la obra podría trasladarse a la dramática guerra que ahora se libra en el Líbano. Viejas historias, temas de siempre, dramas de hoy.