Aunque el teatro le vino dado (es hija de dos grandes: Juan Margallo y Petra Martínez) lo cierto es que Olga Margallo ha hecho de los escenarios pasión y profesión. Desde ayer está en Cáceres con Cómicos , un viaje de los niños al Siglo de Oro.

--¿Cómo llega usted al teatro?

--Es algo muy poco romántico. Ser actriz me ha venido dado. De pequeña no me gustaba porque representaba la separación (mis padres se iban a América un mes). También me acuerdo de irme de gira con ellos, eran 18 actores, mi hermanito y yo...

--Y ahora tiene una compañía que parece su familia...

--Llevamos 15 años juntos, somos como una cooperativa. Es difícil encontrar eso en el mundo del teatro. Y eso es un empeño de mis padres, que son muy hippies (risas).

--Y Olga vuelve a Cáceres...

--Vuelvo a Cáceres, sí. Hemos estado varias veces en el festival: hicimos El retablo de las maravillas que fue una de las primeras obras que dirigí y fue una de las presentaciones más bonitas que recuerdo, en la plaza de San Jorge de llorar literalmente viéndola (le brillan los ojos). Fue por la noche, fue muy emocionante. También hemos hecho Don Quijote de la Mancha , Romeo y Julieta , y ahora Cómicos .

--Además vuelve en esta fecha tan importante: el veinte aniversario del festival...

--Cuando nos propusieron coproducir esta obra se lo dije a los 13 actores de la compañía y exclamaron: ¡A Cáceres de cabeza! . No preguntaron ni cuánto se cobra, ni qué días... No daban crédito a hacer un espectáculo para niños, de un sitio para otro, por el casco antiguo. Con el entorno ya lo tienes todo hecho.

--Claro, porque ustedes no están en un escenario al uso, sino que recorren la parte antigua, aunque ya de por sí ella sea un escenario...

--Lo más original del espectáculo es que es teatro itinerante, un viaje por distintos escenarios del Siglo de Oro. Contamos aquella época, les relatamos secretos del teatro: cómo nos vestimos los actores, cómo nos maquillamos... y lo intercalamos con juegos, con textos, cantamos los versos con música soul, funky, salsa, les hablamos del rap... Es un viaje en el que acercamos a los niños a los entresijos del teatro sin que sea ni una clase ni un tostón sino algo divertido y apasionante. Empezamos en Santa María y acabamos en la Filmoteca, donde nos recibe la diosa Talía, que finalmente nos dice si nos regala o no ese teatro que queremos para representar nuestras obras.

--Es una revisión de los clásicos...

--Es una revisión porque los niños constantemente están escuchando Lope de Vega, Tirso, Calderón... Son pequeños retazos del Siglo de Oro manejados por Cervantes que es el protagonista y el que propone junto a la diosa Talía hacer este viaje.

--¿Le cae bien Talía?

--Sí, sí. La actriz es muy amiga mía. Pero es que Talía es muy cómica, muy graciosa. (Risas).

--¿En esta obra se inculcan valores a los niños?

--En este caso los niños se unen con los cómicos para conseguir un teatro. Así que el valor sería la necesidad de colaborar, asociarte con gente, unirte.

--¿Y juegan con su imaginación?

--Sí... porque dicen cosas tan bonitas... Ayer les pregunté: ¿Qué es un caballero andante? Y un niño respondió: Un caballero andante es un caballero que anda todos los días de la semana menos los martes . Su padre era taxista y libraba los martes. Era increíble ver cómo un niño trasladó El Quijote a la personalidad de su padre.

--Usted es madre ¿es más fácil dirigir una obra para niños siendo madre?

--Sí. Mi hija me da los temas de todas las obras. Cuando hicimos Romeo y Julieta me pidió que no murieran. Los salvé.

--¿Se queda más con la lógica de Sancho Panza o con el idealismo de El Quijote?

--Tampoco me podría quedar con Epi o con Blas. Es imposible que viva uno sin otro. Me llevaba a los dos a mi casa.

--O sea tríos perfectos...

--¡Tríos perfectos!