Oriol Paulo (Barcelona, 1975) se ha convertido en uno de los nombres más representativos del nuevo thriller español. Después de escribir durante años los guiones de una serie de la televisión autonómica catalana, entró por la puerta grande del cine al firmar el libreto del éxito de taquilla Los ojos de Julia (2010), de Guillem Morales. Debutó detrás de la cámara con El cuerpo (2012), por la que fue nominado al Goya a la mejor dirección novel, y ahora regresa con Contratiempo, un estilizado thriller de misterio protagonizado por Mario Casas, Bárbara Lennie, José Coronado y Ana Wagener en el que nada es lo que parece y que es proclive a desvelar spoilers. Por eso dejamos que él mismo nos cuente sus secretos.

—Casi todos sus trabajos se insertan dentro del género del thriller. ¿Qué es lo que más le interesa de él?

—Creo que es un buen envoltorio para hablar de otras cosas.

—En esta ocasión se habla de la manipulación, la mentira, el poder… ¿Quería introducir algún tipo de crítica política en la película?

—Había una voluntad de colocar al personaje en un lugar que fuera reconocible para los espectadores españoles. Estamos acostumbrados a ver en la televisión a gente poderosa que siempre se sale con la suya. En este caso no hablamos de corrupción, pero sí de cómo las malas decisiones y las mentiras pueden llegar a taparse si se tiene influencia y ciertos privilegios.

—Puede que no haya corrupción política pero sí corrupción moral en los personajes.

—En las películas no me gusta que todo el mundo sea bueno o malo. Prefiero que haya luces y sombras. Yo creo que esa corrupción moral que usted comenta está presente en todos los personajes más allá de cómo los juzguen los espectadores después. Todos tienen algo que ocultar y todos, en algún momento de su vida, dejan de tener escrúpulos y actúan solo en su propio beneficio. Me interesa acercarme a las miserias humanas y en este caso, además, quería contraponer todo eso al concepto de justicia, que está presente en la cinta como telón de fondo a lo largo de todo el metraje.

—¿Tuvo algún referente a la hora de articular la película que ahora llega a los cines?

—Quería recuperar el cine de misterio. Mis referentes eran las historias clásicas de Agatha Christie y Arthur Connan Doyle, así como un artefacto literario que no ha sido lo suficientemente explotado en cine: el del cuarto cerrado. Ese lugar en el que se ha producido un asesinato y del que no ha entrado ni salido nadie. A partir de eso, me apetecía contar la historia de cuatro personajes que colisionan. Cuando estaba escribiendo el guion, también tuve dos influencias cinematográficas claras, también dos clásicos: Muerte de un ciclista (1955), la película de Juan Antonio Bardem, que también habla de cómo un personaje socialmente bien colocado puede perderlo todo en un instante, y Laura (1944), el filme de Otto Preminger.

—Hábleme de la elección de los actores. Supongo que Casas fue la apuesta más arriesgada tanto por cuestión de edad como por registro interpretativo. ¿Lo tuvo claro?

—Escogí a Mario por dos motivos. El primero, porque encontré cierto paralelismo entre la propia figura de Mario y Adrián Doria, el personaje que tenía que interpretar en Contratiempo: ambos son dos tíos jóvenes que han llegado a lo más alto a los 30 años y que se han hecho a sí mismos. Eso establecía una especie de metalenguaje con la propia película. Además, estaba la voluntad de colocar a Mario por primera vez en un personaje adulto y maduro, con muchas aristas. Y llevarlo al terreno de la contención, porque es un actor muy expresivo y transparente emocionalmente y yo le pedía precisamente lo contrario.

—En los últimos tiempos se ha vuelto a revitalizar el género del thriller. Pero sus películas se alejan de la tendencia más sucia e hiperrealista, son más sofisticadas y lujosas.

—A mí me encanta que se vuelva a hacer thriller en España, sean más estilizados o no. En este caso concreto, quería crear un mundo que naciera y muriera en una habitación, pero esto no quiere decir que no me interese el thriller realista.

SEmDContratiempo es el primer estreno español del año, ¿le aporta eso algún tipo de presión adicional visto el año tan bueno que fue el 2016?

—Siempre te pones nervioso, es algo inevitable. Quieres que la película que has hecho llegue al público. Además, en el caso de Contratiempo, la trama involucra de forma muy activa al espectador, que es algo que echo bastante de menos en el cine actual. Esperemos también que no se desvelen los giros narrativos para que se pueda disfrutar mejor. Vaya, que no haya spoilers.