La Muestra de las Artes Escénicas, recuperada hace tres años con voluntad de tomar el pulso al conjunto de la actividad escénica regional y de emprender --entre la Dirección General de la Consejería de Cultura y Turismo y artistas extremeños-- una serie de proyectos, se ha convertido en un prominente y estimulante espacio de discusión de ideas y de creación artística, que cada año supera con éxito al anterior, en el compromiso de llevar a cabo gran parte de las soluciones propuestas en los debates y por la espléndida organización del evento.

En esta edición también hubo mayor implicación de la política cultural --a través del Cemart-- consolidando actividades y aumentando los presupuestos a programas concretos --red de teatros, espacios, ayudas a la producción, etc.-- actualizados en el Plan Director de las Artes Escénicas.

La Muestra igualmente superó la variedad de géneros teatrales y la participación de programadores provenientes, esta vez, no solo de la región sino de otras comunidades.

De los 13 espectáculos seleccionados, se apreció globalmente un mayor nivel de calidad. Todos gozaron de la favorable aceptación del público, aunque los montajes de algunos no dominasen todos los resortes de sus posibilidades estéticas.

Con todo, estos espectáculos acaso prometían más de lo que ofrecieron. Sólo logro un nivel excelso ´La decisión de John´, de Teatro del Noctámbulo (que ya comenté en esta sección de EL PERIODICO, junto a ´Torero´, un buen espectáculo de Suripanta Teatro).

Pero, asimismo, destacaron los siguientes:

´Yla y Lia, la puerta de las estrellas´, de Miguel Murillo, es un hermoso relato sobre el ostracismo judío visto paralelamente a través de dos mujeres, en lugares y tiempos distintos. El espectáculo de Las 4 Esquinas alcanza una imaginería poética que llega a la inteligencia tanto como al corazón. Lo dirige Esteban G. Ballesteros integrando recursos de música, danza, teatro y audiovisuales para dibujar una línea depurada, con buen gusto y emoción. Cuenta con una equilibrada interpretación de la bailarina Gema Ortiz, armonizando belleza y magia, y de la actriz Ana Fernández, que iluminada por dentro se desdobla en ´Yla y Lia´ logrando matices muy delicados de ternura y gracia en un rol que toca las fibras sensibles del público. El lirismo expresivo de la música sefardí en directo da relieve al espectáculo.

´Plan Torrebruno, una de cacos´, de Asaco Producciones, creado por Javier Ceballos / José C. Garcia Bermejo (director), que presenta a una banda que atraca a un banco haciéndose pasar por músicos, consigue un espectáculo completo en lucimiento y en equilibrio con el mundo imaginativo del clown. La interpretación es un brillante y muy profesional trabajo de 4 actores: Javier Ceballos (Don Pelanas), Antonio Palma (Platino), Julio Pedrosa (Cuarto y mitad) y Carlos Pérez (Profundo) que dominan el espacio de lado a lado desplegando toda una gama de vis cómica en sus caracteres bien dibujados y en los diálogos chispeantes y animados de episodios bien divertidos.

´Las Brujas´, de Luis Chamizo, por Espantaperros Teatro, ofrecieron un meritorio trabajo bajo la dirección de Ildefonso San-Félix, experto --junto al poeta ´castúo´ Javier Feijoo, que hace el papel de tío Bartola-- en temas del escritor. Impregna de atmósfera propicia la escena logrando los instantes tensos y emotivos de la tragedia extremeña. El elenco, donde hay actores más vocacionales -de máxima entrega- que profesionales, llega al público por su buena declamación y vibrantes actuaciones. Se luce Sergio Román (Frasco Cortés) en las escenas finales, bien planteadas.

´La última copla´, de Miguel Murillo, por Al Revés Producciones, que plantea con sensibilidad el tema del inhumano sistema de represión tras la guerra civil, con la deportación del cantante de coplas Miguel de Molina, es un espectáculo poco armado escénicamente, pero que irradia una cierta emoción popular. Por eso funcionó bien y fue el más aplaudido, sobre todo por la gran actuación y cante de José Carlos Corrales (Miguel de Molina).

Y ´Art-Recycle´, de Apretacocretas, un espectáculo de animación, interpretado por Johnny Delight y Francisco Quirós en el Boogaloo-Café, lleno de ideas frescas y hallazgos de humor, con un marcado signo creacional en el juego con los objetos.