Quizá Granada y Estambul sean dos imágenes invertidas en un mismo espejo: ciudades en las que se encontraron culturas diversas, Oriente y Occidente, pero que excluyeron a una de ellas (la cristiana allí, la musulmana aquí) y hoy solo las recuerdan en sus monumentos. Así que es lógico que el nobel turco Orhan Pamuk dijese ayer que "lleva 57 años", o sea, toda su vida, preparándose para conocer la Alhambra. Ayer lo hizo con motivo del festival literario Hay que se celebra en Granada y lo tuvo como estrella invitada. Pero una cosa es el pasado y otra es la realidad. Y esta es que "el entusiasmo en Turquía por la UE ha bajado" por el mal ejemplo de Occidente en Irak.

Pamuk, que se resistió a hablar de política, reconoció que "las dos partes están cansadas, y las dos son culpables e inocentes. Europa está preocupada por sus problemas internos y su identidad y Turquía por su democracia y libertades. Pero --añadió-- yo personalmente nunca perderé la esperanza".

IMPORTANCIA DE ANDALUCIA "¿Por qué es importante Andalucía para un turco? Porque la identidad turca también es en parte islámica y en parte occidental", sentenció. Pamuk recordó que en todos los libros de texto turcos aparecen la Alhambra y la mezquita de Córdoba. "Tiene dos interpretaciones. La primera es que es una manifestación del poder del islam. La segunda, que representa el vínculo entre Oriente y Occidente y demuestra que el Islam y el resto de civilizaciones pudieron convivir. Este --dijo-- es el que me importa".

Hace un año, Pamuk lamentó en la apertura de la Feria del Libro de Fráncfort que el avance de las libertades en Turquía siga topando con obstáculos. "No hubo ninguna consecuencia negativa, nadie podía reprocharme que defendiese la libertad de expresión", reconoció ayer Esa es la inmunidad que da tener el Nobel. Una condición que quizá también explique el estatus de divo que recibió en Granada y la forma huraña con la que correspondió a la organización y a la prensa. O quizá el escritor se encontraba incómodo paseando junto con su nueva pareja sentimental, la novelista india, ganadora del premio Booker del 2006, Kiran Desai, 20 años más joven que él pero que, dicen quienes les han tratado, lleva la voz de mando.

Pamuk también tuvo tiempo, antes de participar en la charla para la que fue invitado, de hablar de su último libro publicado en España, Otros colores , y del que Mondadori publicará en octubre, El museo imaginario . El primero, un libro de ensayos "que acaban convergiendo en un todo, no un dossier de artículos publicados". Igual que debe suceder con la novela, género al que dedicará un libro que presentará pronto en inglés. Avanzó un extracto de su base teórica: "Para que permita una lectura inagotable, la novela ha de tener un centro escondido que no sea fácilmente identificable en la lectura superficial".

Pero el próximo título en español es El museo imaginario . Y el centro es Estambul. Un amor durante 20 años entre un joven burgués y una prima pobre sirve para explicar toda una época, creando un museo virtual, "una caja musical, arquitectónica y visual" que ha llenado con retazos repescados de Youtube y artículos de coleccionista.