El Papa se relaja. Joseph Ratzinger está dedicando la primera de sus dos semanas de vacaciones, en el alpino Valle de Aosta, a leer libros, a interpretar a Bach y Mozart al piano y a caminar media hora por los alrededores de la minúscula villa papal. Es un típico chalet alpino de un piso, construido por los salesianos en obra y madera, con techo de pizarra. En la fachada domina el escudo del papa Karol Wojtyla, que allí pasó las vacaciones durante 10 años de su vida.

El conjunto está a 1.300 metros de altura, sumergido entre abetos, en la zona de Introd, una aldea montañera de 50 habitantes, en la zona de Les Combes. La gente de allí habla un patois francoprovenzal, que gracias al estatuto de autonomía especial del que goza Aosta es idioma cooficial. En esa lengua, que suena medio francesa y medio catalana, se dirigió el domingo el Papa a los 5.000 peregrinos que fueron a verle. Les habló en italiano, francés, inglés, alemán y patois, lo que enardeció a los lugareños, que aplaudieron y entonaron coros y baladas autóctonos.

El personal de seguridad, autoridades y eclesiásticos que acompañan a Ratzinger aseguran que, en la segunda semana, Benedicto XVI hará un par de salidas ya más serias por los Alpes Valdostanos. No serán como los descensos con esquí o las subidas de verdadero trepador que había ofrecido su predecesor en sus primeros años de papado. Pero podrá elegir entre metas y picos muy respetables, como el magnífico Parque del Gran Paraíso o el más famoso Montblanc, cuya cima puede contemplar a diario desde la ventana de su habitación, en el primer piso. En el chalet conviven unas monjas, el médico personal del Pontífice y su secretario personal, Georg Gaenswein. El resto del séquito se hospeda en un edificio cercano. Para la ocasión, Benedicto XVI ha invitado también a Joaquín Navarro Valls, que hasta la pasada semana fue portavoz del Vaticano.

Las autoridades locales han arreglado este año un par de senderos, otrora usados para los cargamentos de madera que bajaban los mulos, para que suba hasta Introd más gente andando que en coche. En los cruces de caminos, unos carteles oficiales indican la dirección: "Angelus".

DEBERES DE VERANO Entre lectura, conciertos y caminatas, el Papa seguirá estudiando las reformas del gobierno de la Iglesia. El pasado año, primero de sus vacaciones en Aosta, pasó muchas horas redactando la primera encíclica Dios es amor , publicada seis meses más tarde. Al final de la segunda semana, el Papa volverá a Roma, pero proseguirá su descanso en la villa pontificia de Castelgandolfo.

El Valle de Aosta alcanzó fama mundial cuando Juan Pablo II lo convirtió en su destino favorito de veraneo. De hecho, en Les Combes, todo recuerda al papa polaco: la Maison-Musée Jean Paul II, la llanura rebautizada como de Saint P¨re, los discursos que escucha Benedicto XVI de las autoridades locales, civiles y eclesiásticas y los feligreses que aún peregrinan al municipio.