La compañía extremeña La Estampa Teatro ha estrenado ´Para Bellum´, la última obra de Concha Rodríguez que retorna al estilo que engloba consumadamente todos los ingredientes de la comedia actualizada de crítica socio-moral (que tan buenos resultados obtuvo en ´Hoy viene a cenar mi sobrino el concejal´), donde salen a la luz los personalísimos defectos de individuos y los muchos aspectos erróneos del sistema dominante.

´Para Bellum´ es un texto sobre las guerras de la institución familiar (que trasciende a todas las guerras), de estructura teatral perfecta y sencilla, tramado con gran vitalidad en las situaciones y personajes --sorprendentes en muchos momentos por su clima de deleitable humor grotesco y desorbitado en la línea del mejor teatro de Mihura o Ionesco--, donde se mezclan la observación implacable de la realidad de la gente corriente con cierta comprensión irónica de sus debilidades humanas. Concha Rodríguez maneja con frescura los conflictos cotidianos y los problemas psicológicos de los personajes en cuestión --en este caso el de un matrimonio jubilado, terriblemente anticuado y cínico, enfrentado a una allegada pareja de jóvenes lesbianas, con planes de casarse y de adoptar un niño en Uganda--, que son testimonio de cierta sociedad enloquecida, y que resultan dramáticamente muy originales y divertidos en esa confrontación generacional de actualidad.

La obra tiene asimismo un toque de melodrama de esa comedia --a la que tan aficionada es la dramaturgia norteamericana-- de casos clínicos, de personajes singularmente frustrados, que suelen atraer y conmover. Y destaca el inusitado final ´dulce´ de escenas paralelas entre las dos parejas, tras un genial ´suspense´ donde la ansiedad creciente en el rancio matrimonio --de Angustias y Matías-- provoca delirios de tragedia que no se consuman, porque la excelencia de la comedia es benévola y no castiga severamente a sus infractores: solo irónicamente los denuncia, se ríe de ellos, los avergüenza, los pone en ridículo y los expone a la opinión pública.

El espectáculo, dirigido por Mariano de Paco, consigue el ritmo ágil de la acción y el adecuado sentido de los diálogos de la comedia (en la estricta relación espacial de un propicio decorado convencional). Los matices están bien detallados en el funcionamiento de las apariencias absurdas y la inverosimilitud, que son dos juegos de contrapunto para producir el humor amargo y la risa. Lucen en el duelo visible, paralelo al duelo dialéctico, del reprimido matrimonio protagonista que soporta vivir con sus frustraciones.

La interpretación goza en su conjunto con un buen plantel de actores. Concha Rodríguez (Angustias) vuelve a demostrarnos su talento de actriz metida en los entresijos de un personaje patológico que se reviste de la fatalidad, del automatismo que brota de una frustración absoluta, de una neurosis lentamente crecida dentro, que borda cómicamente hasta en las manías con frases repetitivas (características de un trastorno obsesivo compulsivo). Pedro G. de las Heras (Matías), que provoca también mucho juego cómico, da fenomenal réplica artística aguantando como parte de su vida de matrimonio los envites continuos de su mujer. Ambos actores están espléndidos derrochando humor incisivo en todas las situaciones que intervienen. Carmen Caballero (Antonieta) como hermana de Angustias, una médico que lleva algunos años de tratamiento psicoanalítico para asumir que es lesbiana, y Eva Gómez (Lola), como su novia, de profesión militar experta en bombas, obsesionada con los videojuegos de guerra e inculcada en ´misiones de paz´, cumplen bien sus roles aunque con algunos tonos más bajos de comicidad.