Teresa de Jesús se dirige al obispo de Avila para pedirle la creación de un convento. Cruza las calles de la ciudad abulense acompañada de Guiomar de Ulloa, su amiga y protectora. Se cruzan con vecinos y nobles a caballo. La algarabía se confunde con las miradas del público que observa la escena. Uno de los responsables del movimiento de gentes gesticula. Y estas se mueven, entran en el ángulo de la cámara y quedan recogidas para la posteridad.

Es el tercer día de rodaje en Extremadura de Teresa, muerte y vida , y el primero de filmación en Cáceres, después de Trujillo, donde el equipo de la película trabajó el lunes y el martes.

El de ayer era el día de las televisiones, de las repeticiones de una misma escena que ocupó toda la mañana, del frío de invierno, de la retirada de colillas del suelo de la plaza de San Mateo, no fuera a ser que la cámara las atrapara y alguno de esos cazadores de imágenes se dedicara a señalar el anacronismo. Era, por tercera jornada, el día de Paz Vega, vestida de nuevo con hábito blanco y negro de monja, camino de hacer patente su rebeldía. "Teresa es una mujer rebelde", repite la actriz a las cuatro televisiones (cuatro nacionales incluida la pública) y a los dos diarios regionales que ayer hablaron con ella.

PREGUNTAS La protagonista absoluta de la segunda película de Ray Loriga, se somete pacientemente a las cuestiones que una y otra vez le plantean los periodistas; aunque pega algún respingo cuando no sabe qué fotógrafo la fotografía o cuando se le dice que se le va a preguntar por cosas que no tienen que ver con la película.

Ella y su compañera de rodaje, Leonor Watling hacen, una y otra vez, el recorrido que cruza la plaza de San Mateo, una única toma con la cámara en movimiento sostenida por uno de los trabajadores del equipo.

Hasta pasadas las tres de la tarde, Loriga no da su visto bueno. Algún animal que entra tarde, algunos extras que se retrasan, algún sonido inconveniente van estropeando una tras otras las tomas hasta la definitiva. "Una página de guión es un minuto de cine", comenta con ironía Ray Loriga. Porque esa página habrá tardado en rodarse cerca de tres horas.

"Es un circo", añade Loriga, que se mueve ágil, concentrado, fumando un lucky strike tras otro, hablando con Paz Vega y Leonor Watling, con Eusebio Graciani, primer ayudante de dirección, con José Luis Alcaine, director de fotografía, con los periodistas, a los que cuenta su visión de la película, "una historia muy pegada al tuétano de nuestra cultura", y recalca su intención de no crear ninguna polémica, porque enseguida las frases que se han adjudicado a la película, y que directamente benefician su repercusión antes de su estreno, hablan de una Teresa mujer, sensual.

Loriga va negando intenciones arteras o escandalosas. "Me inte-

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