No hay que buscar ninguna explicación rocambolesca. La ausencia de Pedro Almodóvar de las gala de los Goya fue "puro egoísmo", según reconoció ayer el premiadísimo director en declaraciones a TVE. Como sus compañeros de profesión ya le conocen no les pilló de sorpresa aunque para algunos "fue una pena" que no asistiera a un acto que supuso un primer paso para la reconciliación definitiva entre la Academia de Cine y el realizador español más prestigioso.

"Estoy muy cansado y saturado de ceremonias", se justificó el autor de Volver , que solo se emocionó ligeramente al hablar de Penélope Cruz. En ningún caso, aclaró, su gesto hay que interpretarlo como "animadversión" hacia la Academia, aunque no tiene previsto volver a ella en breve. Aún pasarán un par de años antes de que Almodóvar vuelva a formar parte de una institución que le ha premiado en dos ocasiones como mejor director, a tenor de lo que dijo su hermano Agustín tras recoger el domingo el Goya para Volver .

"Se pone muy nervioso, le dan terror este tipo de actos", explicaron personas que le conocen y que, aunque defraudadas por su ausencia, insistieron en que no había que darle más importancia. En la Academia se conocía esta decisión desde la víspera.

Sin embargo, varios miembros de la Academia consideraron chocante que tras cosechar diversos premios para él, para la película y para su actriz fetiche --incluido el reconocimiento de la academia europea--, el realizador esté ausente cuando es la profesión de su país la que le brinda su reconocimiento. Por el contrario, Penélope Cruz "se ha portado", dijeron.

La intensa promoción del filme ha tenido al equipo en un viaje casi permanente desde que hace seis meses el plantel de actrices fue premiado en Cannes. En la recta final del año y cara a los Oscar, director y actriz han acaparado la atención de los medios y han formado una pareja habitual en las galas donde la película tenía opciones a premio.

Este principio se quebró hace un par de semanas, cuando Almodóvar no asistió a la entrega de los Globos de Oro, antesala de los Oscar, alegando gripe. A tenor de los resultados, podría decirse que el realizador se olió la tostada y no quiso afrontar un posible fracaso.