La aparición de The lovely bones en la obra de Peter Jackson no implica la ruptura o el cambio abrupto que podría suponer sobre el papel esta adaptación de una novela fantástico-violento-celestial. Cuando se habría granjeado un nombre en el gore, Jackson varío de dirección con la fantástica y perversa Criaturas celestiales , una propuesta más arty que no le impidió volver a hacer de las suyas en el género.

The lovely bones llega después de El señor de los anillos y el reciclaje poético-tecnológico de King Kong , una especie de respiro después de tanta macroproducción. El problema está en que, a diferencia de Criaturas celestiales , la nueva incursión de Jackson por derroteros más mágicos que terroríficos rezuma estilo new age y cursilería.

Algunas de las escenas que pertenecen a la realidad, caso del momento en que la hermana de la joven asesinada descubre el diario del asesino, están concebidas con la excelencia del mejor filme de suspense. Otras, como las que atañen a la ruptura entre el padre y la madre (incapaces de superar la traumática muerte de su hija), no funcionan porque los personajes adultos (no digamos la abuela moderna que encarna Susan Sarandon) están mal diseñados.

Y las partes de la fantasía, las que se suceden en ese mundo entre el cielo y la tierra en el que queda atrapada la adolescente asesinada, van del hallazgo (los enormes barcos dentro de botellas que se rompen al chocar contra las rocas) a la más absoluta cursilería. El problema no es que Jackson pase de lo sombrío (El señor de los anillos ) a la fantasía más dulzona, aunque con aspectos oscuros. El problema es el artificio, la inconsistencia dramática y la indigestión de efectos plásticos.