Las películas de superhéroes de los últimos años, salvo excepciones, están más empeñadas en poner el acento en la parte densa del relato antes que en la de acción. La excepción se encuentra en las dos películas sobre Los 4 fantásticos , las más irregulares pero también las más próximas al espíritu lúdico que siempre ha habido en este tipo de cómics. Los dos Batman de Tim Burton, los dos de Christopher Nolan, el último 2Spider-man de Sam Raimi y las dos entregas de X-Men servidas por Bryan Singer, por no hablar de la adaptación del crepuscular 2Watchmen de Alan Moore, han hecho hincapié en el lado oscuro.

Iron Man 2 no tiene ese carácter sombrío que caracteriza la doble vida de Batman , las preocupaciones adolescentes de Spider-Man o el martirio mutante de los X-Men , pero las partes humanas, por decirlo de alguna manera, se imponen sobremanera a los momentos de pura acción. El filme exagera además la vertiente más cómica del personaje hasta extremos casi grotescos: la secuencia del hombre de hierro haciendo scratch en una fiesta privada es digna de olvido, y a Robert Downey Jr. le han dado carta blanca para que haga lo que le venga en gana.

Sin embargo, cuando el filme conjuga el puro entretenimiento, los resultados son más que notables: la pelea entre los dos hombres de hierro en el laboratorio o la secuencia en la carrera automovilística, donde la acción se aúna con la apología de la destrucción, mantienen con vida una película cortocircuitada y abonada al exceso y a la autoparodia (no en vano su guionista es Justin Theroux, actor en Mulholland Drive y autor del vitriólico libreto de Tropic thunder, una guerra muy perra donde Downey Jr. hacía de actor negro). H