Si es difícil que el arte cambie el mundo, no es imposible que incida en los cambios de conciencia o que las zarandee o las interpele. Las películas que forman parte de la Muestra de Cine Social invitan precisamente al debate. Nadan por debajo de la realidad superficial y apuntan a algunas de las cuestiones claves de nuestro tiempo.

Esta muestra organizada por la Filmoteca de Extremadura hace ya siete años, selecciona títulos en torno a alguno a la Declaración de Derechos Humanos. La recaudación de la venta de entradas se dirige a un proyecto social en Ecuador.

Este fin de semana dos de los 17 filmes de la muestra (del 2 al 17 de diciembre en Cáceres, Badajoz y Mérida) abordan ese lado oscuro del paraíso europeo. En sus naciones civilizadas, la aparente estabilidad de los ciudadanos se quiebra cuando se enfrenta a fenómenos como la inmigración, que es el conflicto planteado por Welcome , del francés Philipe Lioret, sobre un profesor de natación pública que para conquistar de nuevo a su esposa lleva a cabo lo que considera una acción humanamente irreprochable: entrenar en secreto a un refugiado kurdo para que atraviese a nado el canal de la Mancha en busca de su novia.

Qué los países nórdicos parecían una cáscara cuyo interior estaba podrido lo comprobamos en la oleada de novelas policiacas procedentes de aquella zona. A ello contribuye también Submarino , del otrora impulsor del movimiento Dogma danés Thomas Vinterberg (junto a Lars von Trier). En realidad, Vinterberg no se aparta de su propio mundo de conflictos familiares que estallaban en Celebración . En Submarino , las historias de dos hermanos sirven para mostrar las fisuras de la sociedad del bienestar danesa, donde la exclusión y la marginación asoman en los barrios periféricos de Copenhague.