Penélope Cruz recuerda la primera que llegó a Los Ángeles. “No conocía a nadie. Estaba sola.; asustada. Pero sabía que se embarcaba “en una aventura”. Y ahora, cuando Hollywood está a punto de darle la máxima bendición definitiva como uno de los suyos, la aventura no culmina pero alcanza otra etapa clave y ella se siente abrumada. “Esto es muy grande. Me ha traído muchos recuerdos de cuando empecé”, dice.

Horas después de alzarse con el premio Spirit del cine independiente por su trabajo en Vicky Cristina Barcelona --que también ha ganado el galardon al mejor guión-— Cruz se ha encontrado a menos de 24 horas antes de los Oscar con los medios españoles. Guapísima, con un vestido marrón firmado por el tunecino Azzedine Alaia, se sentó dispuesta a contestar preguntas y revelar sentimientos, experiencias, detalles y anécdotas. Eso sí, siempre bajo su control.

La única referencia, por ejemplo, a la ausencia en la ceremonia de los Oscar de hoy de Javier Bardem ha sido remitir al comunicado en el que se explica que él tiene compromisos de trabajo (el rodaje de Biutiful) que le impiden estar en Los Ángeles. “Está trabajando, tiene que trabajar y eso es así y lo sabéis”, ha cortado. Cuando una periodista intentó conocer la historia tras un anillo que habitualmente luce la actriz, ella eliminó de un plumazo cualquier especulación: se trata de una joya con historia familiar. “Me da suerte, aunque no soy supersticiosa”, ha declarado.

Mutismo sobre su traje

Penélope será hoy, si finalmente la Academia no decide hacer cambios de última hora, la primera en conocer su destino en los Oscar. Y a partir de ahí llegará la celebración, “pase lo que pase”.

Llegar a este momento ha sido un largo recorrido, en muchos sentidos. Literalmente, este domingo su jornada empezará, “como la de todo el mundo en estas cosas, más o menos a las 10 de la mañana, o antes”. Se preparará y se vestirá con un traje del que cualquier detalle es secreto. Lo único seguro es que, después de que una cremallera le jugara una mala pasada hace dos años, cuando fue aspirante al Oscar por Volver, tendrá un plan B. “Siempre hay que tenerlo”, dice, recordando aquel mal trago.

Acompañada de su madre, su hermana, su hermano y su amiga Goya Toledo, llegará a la alfombra roja. Y ahí sí que cobrará todo el sentido el viaje de esta muchacha madrileña a la que hace unos días, según reveló ayer con orgullo y emoción, un policía español gritó por la calle “¡contamos con el Oscar!”.

Recordatorios y agradecimientos

“Hay mucha gente a la que yo le debo mucho --dice sin olvidar cómo su aventura ha sido posible--. Pedro [Almodóvar], por supuesto; Fernando [Trueba], Bigas Luna por haberme dado mi primera película, [Sergio] Castellito, Cameron Crowe… Y todos los que han tenido la imaginación de darme personajes que no parecían hechos para mi”, ha afirmado.

En la lista entra, también por supuesto, Woody Allen, con el que Cruz hablará “seguro” hoy. “Suelo llamarle de vez en cuando porque María Elena [su personaje en Vicky Cristina Barcelona] me está dando muchas alegrías”, dice.

Nervios y cansancio

Cruz se confiesa “la primera soprendida por todo” lo que le está pasando. Sin quejarse “para nada” revela que los últimos meses han sido “muy intensos". "Incluyendo momentos de pensar que ese día ya me iba a desmayar”, ha asegurado.

No lo ha hecho y anoche estaba prevista la fiesta de nominados de Weinstein. Pero era de las poquísimas citas en las que se podía pensar en verle. “Esta noche voy a dormir seguro, aunque me tenga que dar con un martillo --ha bromeado--. Quiero dormir mucho porque estoy muy cansada y nerviosa. Aunque hoy estoy entrando ya en otro estado. Y lo prefiero”. ¿Será el anticipo de un éxtasis de oro?