Expulsados sean, sí. Y con ellos el ruido / que ha expulsado la majestad de Inglaterra. / Imaginad que veis a esos desdichados extraños, / con sus bebés a la espalda y su pobre equipaje, / a paso lento hacia los puertos y transportes, / mientras vosotros, sentados como reyes de vuestros deseos / y la autoridad silenciada por vuestra trifulca / ¿qué habréis obtenido? Os lo diré: habréis enseñado cómo la insolencia y la mano dura prevalecen, / cómo el orden se sofoca y, en ese escenario, / ninguno de vosotros debería llegar a viejo».

Lo escribió William Shakespeare, en Tomás Moro. Suyo es el monólogo: no toda la obra. La mano dura de Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos, lleva desde abril separando a familias de inmigrantes. A los niños los ha metido en una instalación que se llama Ursula, pero que ellos denominan la Perrera. Hay jaulas. Hemos visto las imágenes y hemos visto a niños llorando. Muchos eran bebés lactantes. En el Congreso, con la voz rota, Elijah E. Cummings, decía que «incluso si uno cree que la gente que entra en el país lo hace ilegalmente y que la inmigración debería llegar a su fin, todos deberíamos estar de acuerdo en que en los Estados Unidos de América no separaremos intencionadamente a los niños de sus padres. Y que no podemos mantener a los niños encerrados en campos de internamiento indefinidamente. ¿Qué clase de país es este?», gritaba. La presentadora Rachel Maddow se puso a llorar en directo cuando leyó la noticia de Associated Press. En cinco días, para ayudar a estos niños, los estadounidenses han donado más de diez millones de dólares: eso también es América.

En Estados Unidos no hay ninguna ley que obligue a separar a los menores de sus familias en la frontera. Trump ha creado un problema donde no lo hay. Y al menos la mitad de sus votantes lo celebra. Para honrar a la verdad, ha creado el problema de tratar a los migrantes como criminales, con detenciones indefinidas donde antes eran de 21 días como máximo. Y eso lo cambia todo. Es un tema de burocracia y de presión: queremos dinero para el muro y queremos mostrarnos como salvadores ante la opinión pública. Primera regla de la propaganda política e institucional.

Mientras tanto, nuestro máximo representante internacional, que es el rey Felipe VI, se reúne con el responsable de dar la orden de esta atrocidad y dice a los periodistas que Trump y España comparten «la valoración de la democracia y el trabajo que realizamos en distintas áreas».

El parlamento de Hungría acaba de aprobar una ley que penaliza actos como explicar el procedimiento de asilo a un solicitante o publicar un folleto de información con las reglas húngaras en materia de asilo. Serán sancionables con cárcel.

En Italia, el ministro de Interior, Matteo Salvini, ha propuesto realizar un censo para identificar a los gitanos: «Los que sean italianos, desgraciadamente, tendremos que quedárnoslos». A los demás se les expulsará.

Lo que está ocurriendo se llama fascismo, pero hemos usado la palabra ‘facha’ tantas veces que temo que no nos demos cuenta, socialmente, del peligro que supone esto. Que esta escoria ocupe parlamentos, hable del efecto llamada, apruebe leyes restrictivas (como la Ley Mordaza en España), se cargue los derechos humanos y la población les crea y vea, como Dios, que todo era bueno.

El caballero de Olmedo dice: «Él es galán caballero / mas no para oscurecer / los hombres que hay en Medina». «La patria me desatina». Aquí, el extranjero, el nosotros somos mejores (en tres versos: menudo es Lope) y la revisión de la patria, de qué es la patria, del lugar que ocupamos en ella (llevamos así desde el Siglo de Oro), que es como hablar del lugar que ocupamos en el mundo: qué clase de mundo queremos habitar, cómo y con qué compañeros de viaje.

Solo se ama lo que se conoce: lo que no se conoce es siempre lo otro y siempre inferior: superstición, artesanía, folclore. Recuperar las historias de las mujeres que habían estado calladas durante mucho tiempo es lo que ha hecho la compañía The Little Queens y, con eso, ha montado un espectáculo de danza. Se titula ‘Presas del olvido’. Votaron, pero luego ya no y cerraban los visillos si querían hablar. «Como si ser mujer no fuera una cosa aprendida de los hombres», escribió María de Zayas y los hombres del siglo XXI le saltaron encima en los comentarios de los periódicos. Porque su lugar es primero y la voz de la mujer ha de ser discreta o no ser.

Escribiendo esto, leo que la Audiencia de Navarra deja en libertad provisional a los miembros de ‘la Manada’, condenados por abusar de una chica de 18 años en los Sanfermines, porque no tuvieron a bien llamarlo violación.

Ojalá se oiga bien fuerte la voz de María de Zayas. Y la de Lope. Y la de Shakespeare. Y nos enseñen cómo podemos parar todo esto.

‘El caballero de Olmedo’. Sábado, 23 de junio. 22.30 horas. Plaza de las Veletas (Cáceres).

‘Presas del olvido’. Sábado, 23 de junio. 21.00 horas. La Nave del Duende (Casar de Cáceres).

‘Desengaños amorosos’. Domingo, 24. 22.30 horas. Las Veletas.