El festival de Valladolid, que hoy dará a conocer el palmarés, acabó ayer como empezó: con una película made in Spain dirigida por una mujer. Si Chus Gutiérrez dio el pistoletazo de salida al certamen con una historia sobre inmigración (Retorno a Hansala ) ayer fue el turno de Helena Taberna. La realizadora navarra aprobó con nota el duro examen de no saturar al espectador con otra película sobre la guerra civil. Todavía quedan cosas por contar de aquella oscura época. La buena nueva lo demuestra. También se presentó Adoration , un puzzle complejo que mezcla terrorismo e internet, del canadiense Atom Egoyan.

Helena Taberna (Yoyes ) se declaró como "militante del cine hecho en casa". Hablaba la directora de esas películas que reflexionan "sobre la historia de los pueblos a los que pertenecemos".

HISTORIA FAMILIAR La buena nueva , precisamente, nació de una historia familiar. Un tío de la cineasta, Marino Ayerra, era cura y fue enviado a la parroquia de Alsasua (Navarra) dos días antes del inicio de la guerra. Ayerra escribió una novela contando su experiencia como cura rojo. Taberna la leyó cuando tenía 16 años y le marcó. Ahora, la realizadora ha hecho una adaptación muy libre de lo escrito por su tío. Y eso la ha convertido en una mujer "más madura como cineasta y como ser humano".

"Sin ánimo de revanchismo", La buena nueva narra cómo el padre Miguel (Unax Ugalde) apoya al pueblo llano y se enfrenta a una jerarquía eclesiástica y militar borracha de poder. Atención al cameo de Loquillo como falangista. La cinta, en cuya proyección se escuchó algún "¡bravo!", muestra cómo los militares sublevados asesinaban indiscriminadamente a rojos, cuyos cuerpos abandonaban en mitad del monte, algo que entra de lleno en el debate sobre la memoria histórica. "Ya he escuchado decir a alguien que esta película es oportunista. Yo creo que, más bien, que es oportuno. Los crímenes contra la humanidad no prescriben", zanjó un "no religioso" Ugalde, que comparte protagonismo con Bárbara Goenaga.