Vital, arriesgado, universal, profundamente racional, decidido y valiente sin llegar al aventurismo son algunos de los calificativos que sugieren la personalidad y la obra de Francisco de Goya, uno de grandes pintores universales que abrió las puertas de la modernidad en el arte. Así queda demostrado en la extraordinaria exposición de 200 obras, entre óleos y dibujos, que presenta el Museo del Prado hasta el 13 de julio, dentro de la programación del bicentenario del 2 de mayo de 1808 y del inicio de la guerra de la Independencia. Los Reyes inauguraron ayer esta muestra, la mayor, desde la organizada en 1996, dedicada al artista de Fuendetodos.

De todas las obras, noventa son pinturas. Y de ellas, 65 pertenecen a otras instituciones y colecciones particulares como Majas al balcón o El prendimiento de Cristo , de la catedral de Toledo. Trece no se habían expuesto en España, como los retratos de La marquesa de Montehermoso , de propiedad privada, o del duque de Wellington de la National Gallery de Londres. Y también hay cuadros o dibujos que no se mostraban desde hace más de treinta años.

REPRESENTATIVOS Pese a que el pintor aragonés vivió en primera línea los acontecimientos bélicos, la muestra, titulada Goya en tiempos de guerra , no está centrada en la contienda contra las tropas napoleónicas y sus consecuencias, sino en el trabajo del artista.

Los dos lienzos representativos --Dos y Tres de mayo , conocidos como La carga de los mamelucos y Los fusilamientos -- han recobrado todo su esplendor en la reciente restauración. Y junto a los Desastres , definen la mirada del artista sobre la violencia y es el espejo que devuelve la imagen de la España moderna.

Los cuadros reflejan el trauma que el enfrentamiento causó al pueblo y a quienes, como Goya, lo vieron desde una óptica liberal. Los realizó de junio a octubre de 1814 por encargo de Fernando VII al mismo tiempo que la Inquisición reprimía a los librepensadores.

Una de las grandes expertas en el pintor de Fuendetodos (Zaragoza), Manuela Mena, explicó emocionada la "profunda mirada al interior del ser humano" que contiene la obra de Goya. La exposición abarca de 1795 a 1819, desde el "renacimiento" del pintor que a finales del siglo XVIII acaba de salir de la enfermedad que le dejó sordo hasta el exilio en Burdeos; desde el gran retrato de la familia de Carlos IV hasta la comunión de San José de Calasanz.

Las escenas dramáticas se completan con naturalezas muertas, retratos, cuadros religiosos y, sobre todo, con los dibujos y aguafuertes. Especialmente los Caprichos y los Desastres expresan la modernidad de estilo y de concepto que imprimió Goya a su obra con el cambio del siglo.

TRAS LA ENFERMEDAD Los Reyes observaron las obras del autor cuando éste era el pintor de la corte y pasearon junto a cuadros emblemáticos como La maja desnuda o La familia de Carlos IV recibiendo las explicaciones de la comisaria de la exposición y conservadora del Museo.

Acompañados por el ministro de Cultura, César Antonio Molina, y el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza, contemplaron las pinturas del Goya que miraba al nuevo siglo y posaron para los fotógrafos ante los lienzos sobre el 2 y el 3 de mayo y recibieron las explicaciones de los restauradores de estas obras.