El historiador Paul Preston presentó ayer su nuevo estudio sobre la Guerra Civil española, Idealistas bajo las balas (Debate), dedicado a los corresponsales que se desplazaron para cubrir, ya fuera en función de intereses republicanos o nacionales, el conflicto bélico. Escritores como Dos Passos, Orwell o Hemingway son los protagonistas de una lucha en la que ellos consideraban "estaba en juego el futuro de la humanidad", explicó el autor.

Preston ya colaboró con un amplio texto sobre este tema en la exposición Corresponsales en la guerra de España , del Instituto Cervantes, que se exhibió a principios de este año en el palacio de congresos de Mérida.

"Se trataba de una generación irrepetible", aseguró Preston, que se beneficiaron de su presencia en nuestro país ya que "lo mejor que escribieron en sus vidas fue en ese momento, porque ellos mismos reconocieron que escribieron con el corazón".

No sólo los escritores norteamericanos encabezan la representación foránea de la prensa en España, sino que el historiador aborda historias de periodistas donde las intrigas políticas e, incluso el amor, completan las cerca de quinientas páginas de la obra. "Es lo más normal, florecen las relaciones en tiempos de peligro porque las emociones están a flor de piel", señaló.

A través de documentación obtenida de cartas y diarios personales, Preston construye pequeños capítulos que recorren los comienzos del conflicto con el asedio de Madrid, hasta su final con el desmantelamiento del régimen de Franco. Mijail Koltsov, Louis Fischer, George Steer, Jay Allen o Rutledge Southworth, "mi maestro y a quien va dedicado este libro", acompañan a los ya mencionados Dos Passos, Hemingway y Orwell en este reconocimiento histórico.

"Todos ellos estaban muy comprometidos, y así pude rescatar citas muy conmovedoras de personas que ni antes ni después vieron cosas semejantes: a pesar de haber vivido otras experiencias muy importantes, todos admitieron que lo que más les inspiró en toda su vida fue España", comentó.

Sin embargo, todo el ímpetu que mostraron a la hora de redactar sus crónicas "no sirvieron para cambiar el resultado final". La influencia de algún redactor, como Fischer ("capaz de charlar con Negrín en el lavabo") sólo sirvió "fuera de las fronteras, para intentar estimular una reacción que llegó tarde".