El sentido ético de la obra del poeta Adam Zagajewski se ha visto reconocido con el Premio Princesa de Asturias de las Letras, un galardón que distingue así por primera vez a la literatura polaca a través de un autor al que su oposición al régimen comunista le costó veinte años de exilio. Zagajewski, de 71 años y candidato al Nobel desde hace una década, ha sido premiado por una obra poética y memorialística que refleja también los quebrantos del exilio a través del cuidado por la imagen lírica, en una obra que el jurado del galardón sitúa como heredera de Rilke, Czeslaw Milosz y Antonio Machado. Considerado un intelectual valiente, capaz de escapar del universo de las palabras para luchar por la libertad de sus compatriotas, la vida del autor de poemarios como Deseo o Tierra del fuego está vinculada al exilio desde su infancia, ya que nació en 1945 en Lwów (actualmente, Lviv, en Ucrania), una ciudad que entonces todavía pertenecía a Polonia.

Zagajewski se trasladó junto a su familia a la Silesia polaca primero y a Cracovia después, donde cursó estudios de Psicología y Filosofía en la Universidad Jagiellonia de una ciudad en la que se gestó la figura del poeta libertario y donde se convirtió en uno de los máximos exponentes de la llamada Generación del 68. En un contexto en el que la literatura debía ajustarse a las exigencias socialistas impuestas desde una Varsovia controlada por Moscú, Zagajewski bebió de la tradición de la poesía polaca y se adentró en el peligroso terreno de la reivindicación política al firmar varios manifiestos en los que se pedía más libertad.

Tras ver prohibida su obra por el Gobierno comunista, se exilió en 1982 en Francia y Estados Unidos y no volvió a su tierra hasta el 2002, varios años después de la caída del comunismo, donde le aguardaba una Polonia que le recibió con los brazos abiertos. En las últimas décadas sus poemarios pasaron a ser más contemplativos para adentrarse en el terreno de lo biográfico y existencial, con obras como Solidaridad y soledad o Antenas, donde mostraba una fina sensibilidad estética.

«La poesía está en otra parte, más allá de las inmediatas luchas partidistas, e incluso más allá de la rebelión --aun la más justificada-- contra la tiranía», afirmó entonces un autor cuya candidatura fue propuesta por dos galardonados con el Princesa de las Letras como John Banville (2014) y Richard Ford (2016). Tras conocer el fallo del jurado, Zagajewski, que llegó a las últimas rondas de votaciones junto al dramaturgo Juan Mayorga y los novelistas Javier Marías y Michel Houellebecq, aseguró que sigue siendo un intelectual crítico, especialmente con el Gobierno de su país, aunque reconoce que ha dejado atrás la poesía reivindicativa para defender métodos de protesta más prácticos.

«Soy crítico con el Gobierno actual de Polonia y me parece que muchas de sus decisiones son un ataque contra la democracia, pero creo que en este momento la poesía ya no es la mejor arma para mostrar oposición: ahora lo más importante es salir a la calle y protestar pacíficamente», señaló.

Desde la ciudad de Cracovia, donde reside, el autor se mostró feliz por recibir un galardón procedente de España, «el reino de Cervantes» y un país «indispensable para entender Europa» y por el que confiesa sentir un profundo amor y del que admira en especial a los autores de la Generación del 98 y a García Lorca.

Zagajewski, cuya obra en España está publicada por la editorial Acantilado, cuyo propietario, Jaume Vallcorba, fallecido en el año 2014, no pudo ver el triunfo de uno de sus autores favoritos, se une así a una relación de premiados de la que también forman parte escritores como Paul Auster, Claudio Magris, Arthur Miller, Doris Lessing, Günter Grass, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa o Juan Rulfo.