España debe consolidarse como un país de lectores para lograr ser un país de ciudadanos más cultos y más libres, declaró ayer el Príncipe de Asturias Felipe de Borbón en la clausura del Congreso Nacional de la Lectura en Cáceres.

El Príncipe acudió a la capital cacereña acompañado de la Princesa de Asturias, Letizia Ortiz, para cerrar este encuentro, que ha reunido durante tres días a expertos en los libros para que propongan nuevas visiones de la lectura en el siglo XXI.

En el mismo acto, el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, recorrió con la palabra una imaginaria galería de lectores que a lo largo de la historia han conservado la memoria del mundo, y el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, señaló que el "vicio de la lectura no se coge por obligación, sino por emulación e imitación", de ahí la importancia de que los niños vean leer a sus padres en casa.

En su defensa de la lectura, el Príncipe Felipe dijo que ésta es "sede de su memoria universal y revela su capacidad de comprender, analizar e interpretar la realidad que le rodea", y consideró como un instrumento básico en el proceso de formación el hábito de la lectura.

Don Felipe destacó la situación editorial en España, a su alta producción editorial (80.000 títulos producidos por 3.000 sellos editoriales), a la existencia de una red de bibliotecas públicas y privadas, que ha alcanzado los 100 millones de visitantes anuales y la potencia editorial española en el mundo: la industria del libro, dijo, ocupa el décimo puesto como producto exportable. Ello ha dado lugar al crecimiento del número de lectores, estimulado por autores, ilustradores, traductores, editores, distribuidores, libreros, bibliotecarios y las campañas de fomento de lectura de las administraciones. "La lectura --concluyó el Príncipe-- proporciona estímulos para seguir construyendo una España mejor".

LA CAPITALIDAD DE CACERES El congreso ha servido de referencia en las aspiraciones de Cáceres por conseguir la capitalidad cultural europea en el 2016, como recordó el alcalde de la ciudad, José María Saponi, y refrendó el presidente de la Junta: "Este congreso es el precalentamiento para ese esfuerzo colectivo" en pos de la capitalidad.

Rodríguez Ibarra agradeció el apoyo que los Príncipes, que visitan por tercera vez Extremadura, han prestado al congreso. En una época en la que "no eres nadie si no pretendes que tu tierra sea nación o nacionalidad y tenga hecho diferencial", sino una región española, "es una satisfacción saber que los Príncipes están en los sitios que importan", afirmó.

Ibarra lanzó la propuesta de que si la lectura "es un vicio", habría que acudir al médico para tratar de combatirlo, y se podría "inventar un método" en el que el facultativo recetara libros en lugar de ansiolíticos, y el gobierno extremeño los pagaría.

El director de la Real Academia Española abrió su intervención con un recuerdo a aquel "luchador por la libertad de la lectura" perseguido por la Inquisición, que tuvo que esconder varios libros en su vivienda de Barcarrota, hallados siglos después durante unas obras. La hoy conocida como Biblioteca de Barcarrota , que incluye una edición inédita del Lazarillo , dio pie al director de la Real Academia Española para adentrarse en una senda plagada de lectores y escritores.

Bajo el amparo de Alberto Manguel y su Historia de la lectura , el académico trajo al presente a Petrarca, Teresa de Jesús, Platón, Goethe y Walt Whithman, entre otros autores lectores. Pero también se detuvo en el arte y evocó la escultura del Doncel de Sigüenza. "¿Qué lee? ¿El libro que le cambió su vida? ¿el de su propia vida?". De la Concha trajo a colación a Kafka para reivindicar el valor de los libros que "nos muerden y nos arañan". "Si no nos despiertan como un mazazo, por qué leerlos", dijo.

En su recorrido por lectores (entre ellos el mejor, Alonso Quijano) y lecturas, García de la Concha reivindicó, dirigiéndose a doña Letizia, a las mujeres que han conquistado el derecho de la lectura y conquistaron la libertad, como Teresa de Avila, "la primera persona que expresó la intimidad del yo".

Tras la clausura, los Príncipes departieron con las autoridades e invitados al congreso y saludaron a decenas de cacereños que les esperaban a la salida del complejo San Francisco, antes de abandonar en automóvil el recinto y en helicóptero la ciudad.