El profesor Carlos Janín, autor de Diccionario del suicidio (Laetoli), ha asegurado que tras recoger datos de suicidas célebres y de tipos de suicidio durante varios años ha de concluir: "Nadie sabe nada del suicidio".

Los retratos de Marilyn Monroe, Reinaldo Arenas, Cesare Pavese, Virginia Woolf, Frida Kahlo, Walter Benjamin, Sylvia Plath, Van Gogh y Kurt Cobain son algunos de los que ilustran la portada del Diccionario de este catedrático de Literatura Española y de Traducción de la Universidad de Lyon (Francia).

Janín (Pamplona, 1944) dijo haberse aproximado al tema "por la enorme cantidad de suicidios que se producen y sobre todo por tanta gente célebre que ha terminado suicidándose", mientras que con el mismo humor negro de algunas de sus páginas afirma que no ha sido "ni por afición, ni por tendencia".

El hecho de que artistas, pensadores y poetas se suiciden con más frecuencia puede deberse "a su mayor introspección, al estar sometidos a un perpetuo examen de conciencia, por estar tan atentos a sí mismos", según Janín, quien también señaló suicidios de matiz exhibicionista o "para llamar la atención". "Hay gente que se suicida contra la gente, para causar espanto, o para dar un susto póstumo", sobre todo si el destinatario del susto es quien debe descubrir el cadáver del suicida.

Como método de suicidio extraño, este diccionario ha consignado alguno que se ha producido entrando mar a dentro a lomos de un caballo, "de ahí la antigua creencia de que el caballo es el único animal capaz de suicidarse, por fidelidad a su jinete; y lo que recuerda a la Brunilda de Wagner, que a caballo se lanza a la pira, algo fenomenal", apuntó Janín.

El poeta griego Periclis Yannopoulos, para llamar a la conciencia de su pueblo, en 1910, se lanzó al mar a caballo, pero consciente de lo buen nadador que era no olvidó su revólver, con el que se disparó antes de que las olas lo cubrieran por completo.

La horca, el veneno y las armas, quizás por este orden, hayan sido los métodos más frecuentes a lo largo de la historia, si bien Janín destacó que en la actualidad el recurso habitual son los barbitúricos, menos crueles que el haraquiri, uno de los métodos más dolorosos que ha consignado.