‘Mi Quijote flamencoSSRq, es la tercera propuesta de teatro-flamenco de la bailarina y coreógrafa extremeña Manuela Sánchez, que evoluciona sin parar realizando a fondo espectáculos de creación propia y con elencos de artistas de la región capaces de fusionar en vital conjunto escénico los ingredientes artísticos del cante, baile y la actuación.

Toda una aventura triunfal de esta artista de Monesterio en producciones de este complicado género que casi nadie se había planteado promover en Extremadura (tan solo recuerdo la de Persecución, un fiasco dirigido Paco Suárez en 1978). Por la región, hasta el presente, únicamente habían pasado producciones de teatro-flamenco realizadas por compañías foráneas, algunas apreciadas (bajo la dirección de Salvador Távora, Mario Maya, Miguel Narros...) y otras escasas de conocimiento teatral, de las que simplemente se pudo disfrutar del baile y música (montajes de Antonio Canales, Sara Baras, José C. Plaza/Estrella Morente...).

Por tales motivos, ‘Mi Quijote flamenco’ resulta un espectáculo con mérito. Y porque, además de su rigurosa ejecución, no es una función engañosa de flamenco-teatro al estilo de esas, que a veces hemos visto en festivales (como el clásico de Mérida), con el atractivo envoltorio en que la cultura industrial ofrece sus mercancías.

Tengo que decir que no había podido ver ‘Flamenco en Castúo’ y ‘Amor Lorquiano’, anteriores creaciones de Manuela montadas en los últimos años, de las que tuve noticia por Francisco Zambrano (del que conozco por sus libros la más relevante investigación del flamenco en Extremadura), que valoró con conocimiento de causa ambos espectáculos, en los que participaban «artistas extremeños de mucha calidad» (según me dijo).

‘Mi Quijote flamenco’, que firma la polifacética Sánchez como guionista, directora, escenotécnica, coreógrafa e intérprete es una creación artística de contenido poético que compendia varios episodios de la obra de Cervantes, cada uno de ellos amalgamado o complementado con cantes, bailes y música adaptados, que reflejan la esencia del flamenco sobre las locuras de Don Quijote en toda una poética de imágenes escénicas sugerentes. En el espectáculo, donde brillan con sencillez el conjunto de los elementos artísticos componentes, llaman la atención las escenificaciones y coreografías bien ensambladas de un vistoso combate de gigantes y molinos de viento interpretadas con un baile por caña; las de un sueño de Don Quijote que aparece danzando un animado bolero flamenco con Dulcinea; y las de una lucha entre el ingenioso hidalgo y un bandolero dando paso a un esmerado baile por farruca con su característico zapateado. También destaca la originalidad de un baile por rondeña, en el que un grupo de mujeres del pueblo mantiene una discordia con Sancho Panza.

En su actuación, Manuela Sánchez, sola o acompañada del cuerpo de baile, maneja el espacio con gran soltura haciendo una singular exhibición del teatro-flamenco, contando las historias con el diálogo del cuerpo, metiéndose dentro de los personajes para expresar, con hálito creador, los sentimientos y variaciones intimas, por donde se manifiesta sin descifrar ese duende o espíritu que rezuma flamencura, no como las de una Manuela Vargas o una Cristina Hoyos que lo han poseído por el enigma de la cultura de la sangre, sino por el conocimiento adquirido —con gran perfección— de todos los palos del flamenco que interpreta.

Los personajes de Don Quijote y Sancho corren a cargo de Julio Galindo y José Manuel Lara (dos veteranos actores de la compañía llerenense Teatro de Papel), quienes perfectamente caracterizados sirven con talento y oficio los matices dramáticos requeridos en sus mágicos roles.

En la parte musical, se lucen al cante Chiqui de Quintana (ese original artista del cante patras) y Ana Barba acompañados por las guitarras de Francis Pinto y Manolín García, la flauta de Diego Antúnez y las palmas de Pilar García. Todos ellos transmitiendo con ritmos acompasados del flamenco la belleza expresiva de las canciones compuestas por Manuela Sánchez.

El espectáculo recibió una larga y clamorosa ovación para todos los intérpretes.