Nacido en Don Benito (1951), se inició en la pintura muy joven. Mostró su primera exposición hace 12 años. Ahora presenta ´Versión de ceremonias´, en Badajoz

Combina el impresionismo a través de la luz con un trazo expresionista y una figuración que le hace ser uno de los artistas contemporáneos más personales, en el paisaje, el bodegón o cuando descompone la abstracción de los objetos en arte pop. Es Ramón de Arcos (Don Benito, 1951) y anoche inauguró exposición en la sala Artex, de Badajoz.

Presenta ´Versión de ceremonias , 20 paisajes naturales, urbanos, algunos de gran tamaño, al óleo y acrílicos sobre lienzo y tabla, que recrean imágenes de Badajoz, el río, sus eucaliptos ya desaparecidos sobre fondo de nenúfares con distintas luces; y "bodegones íntimos, nada sofisticados pero luminosos con acelgas, coliflores o patatas", explica.

Su formación como ingeniero agrícola y biólogo, su trabajo en la Comisaría de Aguas, le mantienen cerca de la naturaleza, del campo, de rincones inéditos del río, lo que "me reporta satisfacciones personales" y le inspira al plasmar la intensidad de luz y su forma de mirar el mundo.

Para él, "la intensidad del color viene de la luz, dispara los colores, es una herramienta de expresión que me interesa más que el dibujo o el formalismo en la pintura". Se sitúa "dentro de la figuración pero con la libertad que me permito, con una visión más cercana, sin demasiado artificio". Pero admite que la "seguridad en la pincelada la tienes cuando los colores están en la paleta y la cabeza y la mano te responde; luego simplificas".

Ramón de Arcos hizo su primera exposición individual hace 12 años en Badajoz y no ha dejado de crecer como artista. Vuelve una y otra vez a la cocina de la luz y el color: "La pintura está en los espacios abiertos y los íntimos en los bodegones, que permiten ensayar paletas, contraluces, para hacer cosas más complejas, resolverlo todo en espacios pequeños combinando luz, calabaza, ajo y berenjena".