Ataviado con pantalones vaqueros, zapatillas deportivas, camisa oscura y fular al cuello, Ray Davies, alto y delgado, entra en los estudios Konk de Londres y se encarama en un taburete delante del micrófono. Allí le esperan poco más de una docena de periodistas que acaban de escuchar en primicia Americana, su último disco en solitario. «He pasado más tiempo en esta habitación que en mi casa», comenta bromeando el que fue líder de The Kinks entre 1963 y 1996. Una gloria del pop británico. En esta antigua fábrica de galletas grabó la mítica banda londinense sus discos a partir de 1973. Es un local pequeño, oscuro, con goteras y las paredes forradas en madera gastada por el tiempo, que ha visto y sigue viendo desfilar a muchas estrellas de la música.

Davies ha grabado aquí las 15 canciones de esta primera entrega de Americana, que se publicará el próximo viernes, 21 de abril. La segunda parte, promete, llegará antes de que acabe este mismo año. En la elaboración del disco ha tenido la suerte de contar con The Jayhawks, veterano grupo de rock con raíces nacido en Minnesota a mediados de los años 80. «Echaba de menos tener una banda alrededor, porque cuando estás solo operas en el vacío. Un grupo no siempre es el mejor entorno del mundo, pero hace que las piezas encajen». La elección en este caso fue bastante fácil. El autor de clásicos incontestables como You really got me, Sunny afternoon, Waterloo sunset y Lola solo necesitó ensayar un par de canciones para tomar una decisión. «Me gustó como sonábamos juntos, porque The Jayhawks tienen el tipo de sensibilidad musical que me gusta», argumenta.

PAÍS DE SUEÑOS Y HÉROES / A sus 72 años, Davies asegura estar «cansado, pero muy emocionado con el nuevo disco». Americana es su primer trabajo en solitario en casi una década y viene a completar la celebrada autobiografía del mismo nombre que el músico y escritor publicó hace cuatro años. La obra es una meditación sobre su aventura personal y la de The Kinks. «La banda era para mí una familia», comenta. Palabras y música evocan paisajes y ritmos de Estados Unidos, país con el que este hijo de la clase obrera nacido en el Londres gris de la posguerra estuvo fascinando desde la infancia. «Cuando era niño, América era el lugar donde todos los sueños se hacían realidad. Nadie viajaba entonces a América». Sus primeros héroes, explica, los encontró en las películas de vaqueros de las matinales del sábado. Ahora, en una de las canciones del nuevo disco, Rock ‘n’ roll cowboys, de estilo folk, habla con nostalgia de los viejos vaqueros del rock, que «tuvieron su tiempo, que ya no volverá». La melodía recuerda al estilo de The Kinks, igual que las de las tres primeras piezas del disco, Americana, The Deal y Poetry; una conexión con su pasado musical que el propio Davies se encarga de subrayar.

Con los años, el músico fue descubriendo poco a poco la realidad, bastante menos idílica, de Estados Unidos. «En América no siempre me fue bien», reconoce. La primera gira de The Kinks por el país de las barras y las estrellas, en 1965, fue suspendida por los sindicatos y los servicios de inmigración, que mantuvieron el veto a la banda durante cuatro años. La prohibición hundió la carrera comercial del grupo en EEUU hasta bien entrados los años 70.

Más adelante, Davies vivió en Nueva York y en Los Ángeles. El nuevo siglo le pilló en Nueva Orleans, donde en enero del 2004, cuando perseguía a unos ladrones que habían robado el bolso de su acompañante, recibió un disparo en una pierna que estuvo a punto de costarle la vida. La convalecencia, señala, le permitió reflexionar sobre su vida y sobre su relación con América. «Casi todas las canciones estaban ya escritas antes de que se publicara el libro», apunta, aunque admite también que la autobiografía le ha servido como «material de referencia» y «catalizador creativo».

CABALLERO DEL IMPERIO / El exlíder de The Kinks, fino observador de la realidad inglesa (y responsable de certeros dardos a la familia real como Victoria y She’s bought a hat like Princess Marina), es, desde el pasado mes de diciembre, sir Raymond Douglas Davies. La reina Isabel le nombró caballero del Imperio británico por «sus servicios a las artes»; una recompensa que el músico aceptó, aclara, «por la familia, por los fans y por todos los que me inspiraron a la hora de escribir». Y añade: «La verdad es que yo siempre me he considerado un outsider».