Corín Tellado --que se dio de baja en Acción Católica porque le daba urticaria la hipocresía de visitar chabolas vestida con un visón-- tuvo que lidiar con la censura franquista. La autora consideraba "idiotas" a los que se dedicaban a "inundar de rayas rojas" sus textos. Lejos de amilanarse, Tellado aprendió a insinuar. Por eso, en lugar de cama escribía "lecho", y en lugar de sexo, "entrega".

La reina de la novela rosa se tuvo que enfrentar con otro tipo de censura: la de los críticos literarios, que la acusaron de falta de calidad. Corín Tellado siempre tuvo un aliado en Mario Vargas Llosa, que ayer la calificó de "fenómeno cultural".