Cuando llegué a Mérida, hace una década, fui a una rueda de prensa que daban dos señores a los que no conocía de nada y a los que se les había ocurrido organizar un festival de cine al que llamaron Inédito. Eran el presidente y el vicepresidente del Cine Club Fórum. Por aquellos entonces (esta será la undécima edición), programaron películas que no se hubieran estrenado en Mérida, porque no dio tiempo a más ni había dinero suficiente para más. Ganas sí. Muchas. Después, los espectadores emeritenses hemos sido la envidia de todos los cinéfilos: «Pero ¿cuándo has visto eso? ¿Has estado en San Sebastián?». Aquí se ve cine que solo se ha visto en festivales. Antes que en cualquier otra ciudad de España. Y en versión original.

Uno de esos dos señores, ahora, es una de las personas más importantes de mi vida: intelectual y personalmente. No podría describir jamás con justicia qué significa Ángel Briz para mí, pero, obviamente, este no es el tema. Ángel Briz está aquí porque los periodistas también tenemos vida privada y amigos (algunos directores de informativos hasta se casan con ministros) y vivimos en ciudades en las que nos conocen por nuestro nombre y apellidos y ven con quién cenamos y con quiénes tomamos café. A mí los conflictos de intereses siempre me ha gustado reseñarlos. Ética profesional, se llama. Por si acaso alguien piensa que escribo un artículo del Festival de Cine Inédito de Mérida porque pertenezco al cine club (segundo conflicto de interés) y porque tengo la suerte de compartir muchos ratos de mi vida con ese hombre.

Que le podría dedicar diez páginas a su tesón, también. Al de Briz, al de David Garrido, al de Tini Saquete, Rubén Prieto, Sofía Serrano, Pilar Mayoral, Antonio Gil Aparicio y muchos otros que han logrado que, en Mérida, vayan más de 200 personas al cine todos los lunes a ver películas en japonés, francés, alemán, chino o inglés: de todas las edades, desde señoras de más de 70 años hasta adolescentes, mucho antes de que la gente se descargara como posesa todos los capítulos de Juego de Tronos.

Supongo que eso es un hecho más o menos reseñable y que, incluso aun teniendo en cuenta el conflicto de interés, todo el mundo podrá colegir que, en una ciudad de 60.000 habitantes, es un logro concitar a tanta gente en el cine para ver películas en las que tienes que leer. Digo.

Supongo que es reseñable también que, en una ciudad pequeña de Extremadura, en plena periferia, fuera de todos los círculos de poder, sin un tren en condiciones y con sus condicionantes socioeconómicos y culturales, podamos ver películas que no ha visto nadie nunca a no ser que sea distribuidor o programador y se haya pateado los festivales de todo el mundo, desde Berlín a Karlovy Vary. Gracias al Festival de Cine Inédito y al Fórum (que ya no sé cuándo he visto las películas), descubrí el cine islandés y a ese monstruo interpretativo que se llama Gunnar Jónsson (por favor, vean Fúsi), pateé el suelo de la risa con What we did on our holiday y lloré, durante dos días seguidos (esto es literal) con Tao Jie, de Ann Hui. Supe cuál es el significado exacto de la redención y la dureza con Tyrannosaur, que me cambió la vida de tal modo que David Garrido, que lo sabía, me regaló el póster original del film. Me reconcilié con Koreeda. Vimos Entre les murs, nos enternecimos hasta lo indecible con Happythankyoumoreplease (qué hermoso canto a la amistad) y con Liberal Arts. Nos metieron en un campo de concentración, visitamos Japón e Inglaterra y nos planteamos debates políticos que nunca hemos sabido resolver.

«Denme una razón para vivir. No vale responder el cine»: lo escribió un amigo para una revista de la Facultad hace muchos años. Cuando acaba el FanCineGay, comienza (algún año se han mezclado) el Festival de Cine Inédito de Mérida (este año coincide con la muestra Extremadura Escena, de teatro, en Cáceres: no me lo programen todo a la vez, señores, por favor). Vamos a poder ver peliculones: españoles, extremeños como Garantía personal, historias de amor y boxeo, de lo difícil que es cuidar sin perderse la propia vida, de matrimonios concertados, de Corea en los años 30 y de Normandía en el siglo XIX. Ahora programa Emilio Luna, porque David dirige la Filmoteca. Pero no saben ustedes cómo puedo agradecer, como espectadora y no como periodista, que un buen día, hace algo más de una década, a esos dos locos se les ocurriera crear el Festival de Cine Inédito.

La agenda del fin de semana

Todo en Cinesa El Foro, Mérida:

‘El día más feliz de Olli Mäki.’ Viernes, 18 de noviembre. 21.30 horas. Sábado, 19 de noviembre. 19.30 horas.

‘María (y los demás)’. Sábado, 19 de noviembre. 22.30 horas. Domingo, 20 de noviembre. 19.30 horas.

‘Lady Macbeth’. Domingo, 20 de noviembre. 21.30 horas. Lunes, 21 de noviembre. 19:30 horas.

‘La doncella’. Lunes, 21 de noviembre. 21.30 horas. Martes, 22 de noviembre. 19.00 horas.

‘Una vida’. Martes, 22 de noviembre. 21.30 horas. Miércoles, 23 de noviembre. 19:30 horas.

‘Toni Erdmann’. Miércoles, 23 de noviembre. 21.30 horas. Jueves, 24 de noviembre. 19.00 horas.

‘Garantía personal’. Jueves, 24 de noviembre.