han renovado el cine de animaciónestadounidense. No soloen el terreno de la imagen y eldibujo digital, sino también en elconcepto de las historias, la riquezadel diálogo y la definiciónde personajes. Por ello, cadaentrega de los estudios Pixar esun desafío para el cine de animaciónen general y para la políticade creación de Lasseter en particular.Es difícil recuperar la plenainspiración del díptico ‘Toy Story’/ ‘Toy Story 2’, posiblemente lasdos obras más singulares del dibujoanimado cinematográficorealizadas desde que Disney sevino abajo y abrió la veda paraque le salieran competidores airadosy renovadores.‘Ratatouille’ supera a mi entenderla anterior propuesta de la casa,‘Cars’, pero está un poco pordebajo de ‘Buscando a Nemo’,‘Monstruos SA’ y ‘Los increíbles’.A ratos los personajes se dejanllevar más por las palabras quepor los actos, lo que provocaalgún tiempo muerto en la historiade esta rata cuyo paladar es el deun gourmet. A la orden de todo elmundo puede cocinar, lo quecrearía nuevos conflictos en la actualcontroversia sobre si losgrandes chefs pueden ser consideradosartistas, la rata protagonistase lanza a emular las proezasculinarias de su cocinero parisinopredilecto.‘Ratatouille’ es un sabroso pistocondimentado con imaginaciónvisual y algo de conservadurismoargumental por Brad Bird, el excelenterealizador de Los increíbles.Es un filme más a ras detierra que los anteriores logros dePixar, más mesurado en el usode la imagen sintética, como siel fantasma de Disney presionarapara que algunas cosas volvieraa ser como antes de la revolucióndigital.